De cómic, gusanos mutantes y gente que cae bien

Por Carolina Venegas K., @colorentropy

Las probabilidad de que usted no conozca la revista colombiana Larva es grande. Lo digo porque yo misma hace unos meses no tenía ni idea de su existencia y no creo estar viviendo debajo de una piedra.

PUBLICIDAD

Lo que pasa es que Larva es una revista de cómic y el cómic todavía (¡todavía!) está luchando contra un montón de prejuicios. ¿Cuáles? Que los cómics son para niños, que son muñequitos sin mucho que decir, que solo se ocupan de superhéroes que a nadie le interesan, que son muy masculinos y “las niñas no leemos eso”. Esto, seguro, lo dicen quienes no han leído novelas gráficas como Asterios Polyp o Black Hole, mis favoritas, que tratan temáticas verdaderamente adultas y contemporáneas.

También hay otros que se acercan al cómic y alegan que los historietistas “hoy en día manejan una estética muy descuidada, a medio hacer, que no es bonita” y que por eso tampoco tienen mucho que decir. Ay, la estética y los prejuicios.

El hecho es que Larva ha logrado trascender la escena comiquera y está llegando a más lugares y más lectores (incluso ponen su precio en dólares en la portada). ¿Cómo pasó esto?

El proyecto, que empieza en Armenia en 2006 con un fanzine, ha evolucionado, ha mutado como un ser vivo, de tal manera que ya llevan quince números, cada uno más pulido que el anterior, no solo en contenido sino también en calidad de impresión y en el manejo que le dan al medio (la última viene con un fanzine recortable para armar en casa, como lo muestra la foto).

Cuenta con la participación de nombres locales importantes, como Powerpaola, Jim Pluk, John Joven, Truchafrita y Joni B (podría seguir porque son muchos de igual importancia), e internacionales, como Liniers, Shaun Tan, Matt Maden, Weng Pixin, entre otros.

Y tal vez estos nombres no le digan mucho (estamos tratando de salir de debajo de la piedra), pero debe saber que cada una de sus viñetas o textos da cuenta de opiniones personales, íntimas, y que reflejan una pasión abrumadora por lo que hacen; es gente que constantemente experimenta con el dibujo, con las temáticas, con el medio. Gente talentosa y creativa que a uno le cae bien.

Otra cosa es que Larva es solo una parte de algo más grande. Desde hace algunos números la revista publica con la Editorial Robot, con sede en Medellín, responsable de la creación de la gacetilla Robot y de algunas novelas gráficas y fanzines (sí, una editorial de fanzines).

También son parte del Festival Entreviñetas, que desde el año pasado reúne en septiembre a toda esta gente terca que está convencida de que el cómic vale la pena; gente de acá y gente de afuera.

Y más. Daniel Jiménez Quiroz, director de la revista, y Pablo Guerra, cerebro detrás del robot, han encontrado cómplices musicales para hacer lanzamientos y fiestas, cómplices editoriales con los que intercambian ideas y con los que próximamente compartirán stand en la Feria del Libro de Bogotá.

Por ahí hay gente que piensa que a lo mejor todo esto es gracias a una extraña alineación de los planetas. Yo digo que no, que ya era hora de que tanto esfuerzo y trabajo se viera recompensado. Que están pasando muchas cosas en todas las artes. Que pase esto, es lo natural.

Importante: Volviendo a los prejuicios y taras y demás, hay una cosa que falta por decir. La revista Larva y la Editorial Robot, así como otros varios editores colombianos, entre ellos Rey+Naranjo, han tenido que vérselas no solo con los límites que les imponen los lectores sino con los que impone la ley.

Desde hace veinte años, la Ley del Libro (Ley 98 de 1993) no considera al cómic como una expresión cultural, por lo que quienes están involucrados en producirlo no son beneficiarios de los mismos estímulos que otros medios impresos. Actualmente hay una campaña que está rodando por redes sociales para recoger firmas y apoyar el cambio de esta ley absurda, búsquela acá (http://actuable.es/peticiones/dile-las-autoridades-terminen-discriminacion-la-ley) y firme, vale la pena.

Para no perder de vista: Si quiere seguirle la pista a esta gente, no solo busque la revista gusana en varios puntos de venta de Bogotá, Armenia y Medellín, también vaya a la Feria del Libro de Bogotá y busque las novedades que presentarán.

Son cuatro: Pecas, un libro ilustrado de Jim Pluk; La distancia entre extraños, una narración gráfica silente de Mónica Naranjo Uribe; Una nube de moscas, un cómic de Pedro Giraldo con gatos y mosquitos de por medio y Las aventuras del Cuy Jacobo, de Ivanquio, las aventuras de   un cuy y sus amigos en la Colombia de principios del siglo XX. Más razones para cambiar la Ley del Libro.

Tags

Lo Último