En el Día Internacional de la Juventud, reconocemos los esfuerzos esenciales de la juventud en todo el mundo para apoyar y promover la salud de nuestro planeta. Tal es el caso de Kehkashan Basu, de 20 años de edad, una joven líder de las Coaliciones para la Acción de Generación Igualdad que está trabajando para transformar las prácticas agrícolas tradicionales en prácticas que promuevan la resiliencia y el empoderamiento de los grupos marginados, a la vez que logren una mayor producción y mantengan el equilibrio ambiental. A través de su organización, Green Hope Foundation, también distribuye ganado y semillas orgánicas, de modo que más de 6000 personas de Bangladesh tengan una fuente de ingresos a largo plazo, una posibilidad que permite a las mujeres ser líderes de sus comunidades y enviar a sus hijas a la escuela.
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La Srta. Basu es tan solo una de muchas de las personas jóvenes de todo el mundo que exigen sin complejos y lideran cambios urgentes en nuestros sistemas alimentarios. Se encuentran al frente del desarrollo de soluciones al cambio climático impulsadas por jóvenes, la adopción de patrones de consumo sostenibles, el suministro de soluciones para una mejor agricultura y el apoyo a cadenas de valor sostenibles.
Este trabajo es fundamental porque los sistemas alimentarios saludables significan prosperidad para las personas y el planeta. Sin embargo, en muchos lugares de todo el mundo, los conflictos, los desastres naturales, el cambio climático y las plagas siguen perjudicando la seguridad alimentaria. En la actualidad, unos 1200 millones de personas corren el riesgo de sufrir sequías y escasez extrema de agua, y más de uno de cada cinco niños y niñas de todo el mundo vive con discapacidades relacionadas con la malnutrición. La pandemia de COVID-19 ha profundizado aún más las fallas en los sistemas alimentarios, lo que puso de relieve las vulnerabilidades de los agricultores, los pequeños productores, las mujeres rurales y la juventud. Al mismo tiempo, las crecientes amenazas a la paz y la estabilidad de las poblaciones más vulnerables y marginadas, en especial las mujeres y las niñas, están afectando los mercados y las cadenas de suministro tanto de los grandes como de los pequeños productores. Para abordar estos problemas complejos, debemos aspirar a crear sistemas agroalimentarios sostenibles e inclusivos y, al mismo tiempo, solucionar la pobreza rural, los problemas de alimentar a una población cada vez más numerosa y los efectos del cambio climático.
Una parte importante de este objetivo es asegurar la participación y el compromiso significativos de la juventud para transformar los sistemas alimentarios. Debemos impulsar las actividades de emprendimiento para y con ella, promover el empleo rural, brindar capacitaciones indispensables e impulsar el apoyo a la comercialización de productos agrícolas, incluida la producción técnica para las y los jóvenes agricultores. Esto requiere la adopción de un marco más integral e inclusivo que aborde estos problemas complejos a través de enfoques integrados. Asimismo, existe la necesidad imperiosa de intensificar el uso de la ciencia y la innovación en la agricultura y los sistemas alimentarios que puedan adaptarse a contextos locales específicos.
Al aprovechar la innovación local y facilitar la cocreación de conocimientos por parte de la juventud, podemos trabajar para transformar los sistemas alimentarios y reconstruir un planeta más verde, equitativo y sostenible, donde la juventud ocupe un lugar de liderazgo.