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“Tenemos que aplicar la Constitución del 91, fortalecer la democracia y empoderar las voces de la ciudadanía”: Fernando Carrillo

Como uno de los líderes del movimiento de la Séptima Papeleta, el exprocurador recordó en entrevista con PUBLIMETRO el impulso que dieron los estudiantes a nuestra Constitución.

FERNANDO CARRILLO

¿Qué sucedía en el país para que los jóvenes vieran la necesidad de dar paso a la  Séptima Papeleta?

Colombia ha vivido grandes transformaciones en las últimas décadas, una de las más trascendentales,  relevantes por el momento de violencia, de inviabilidad que vivía el estado colombiano hace 30 años, fue precisamente el movimiento de la Séptima Papeleta, un movimiento estudiantil de carácter ciudadano que abrió el camino a la constituyente de 1991; un momento de gran desesperanza, de violencia, en que asesinaron a tres candidatos presidenciales.

Yo creo que lo que desató todo ese estallido que inició en el 89 fue precisamente el magnicidio de Luis Carlos Galán, que llevó a los estudiantes en ese momento a gestionar en unas mesas de trabajo, a tener una gran marcha, la famosa marcha del silencio de agosto de 1989, y a formular la Séptima Papeleta.

¿En qué consistió y cómo dio paso a la Constitución de 1991?

Consistió simplemente en que se acudiera a las urnas el 11 de marzo de 1990, la última vez que los colombianos votamos con un sobre, metiendo unas papeletas dentro.

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Ese día se elegían senadores, representantes, diputados, concejales, alcaldes y un candidato por consulta popular, eran seis decisiones políticas. Invitamos a los colombianos a votar por una séptima que decía simplemente: ‘voto por una Asamblea Nacional Constituyente’, que transforme las instituciones y costumbres políticas.

Lo logramos, se generó un hecho político.

Posteriormente, el Gobierno generó una carpintería jurídica que llevó a que los colombianos tuvieran que ratificar nuestro voto del 11 de marzo en el tarjetón electoral de las presidenciales del 27 de mayo; de ese modo, se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente que llevó a la nueva Constitución.

¿Ve similitudes en el estallido social de aquel entonces con el actual?

Hay muchas similitudes y esas similitudes nos deben que llevar a pensar de la misma manera de hace 30 años. Era impensable, inverosímil, era muy improbable que se lograra crear un consenso, un poco dándose una tregua a la violencia, confrontación y polarización, como es hoy día, y se logró y logramos el consenso político más importante de la historia.

Creo que como hace 30 años vivimos un momento constituyente y uno de esos momentos entre la historia de la sociedad exige reformas. ¿Cuáles son? Las reformas sociales que lamentablemente no se han hecho en el marco del desarrollo de la Constitución de 1991.

Y aunque es un momento constituyente, no necesitamos una; lo que Chile- por ejemplo- está haciendo ahora, nosotros lo hicimos hace 30 años. Una Constitución democrática, una Constitución basada en el estado social de derecho.  

Creo que lo que fue fundamental después de haber tocado fondo hace más de 30 años fue la necesidad de buscar un consenso, de buscar unidad, de buscar propósitos comunes. Creo que hoy ese gran propósito común es hacer las grandes reformas sociales que necesita Colombia y eso es precisamente lo que yo estoy diciendo en un libro que está saliendo a la luz pública.

¿Es una reseña histórica?

En los últimos meses he estado en la academia en una universidad en Estados Unidos, publicando un libro que esta semana estará en las principales librerías. Se llama ‘4 de Julio de 1991. El movimiento estudiantil que cambió a Colombia’. Y no solo es una reseña histórica, sino una proyección de lo que nosotros hoy vemos que pueden ser las organizaciones sociales exigiendo las reformas que nos hacen falta, que no son reformas constitucionales, por eso, yo creo que hay que dejar la Constitución intacta, como ya lo mencioné.

Aquí hay que abarcar en lo social, es poner a Colombia en modo social, en los jóvenes. Y que haya un mandato ciudadano para el Congreso y para el próximo presidente de Colombia, que mire exclusivamente a lo social.  Tenemos que desactivar esta crisis, que no ha terminado.  

¿Cuáles son estas reformas y cuál es la propuesta para implementarlas?

Hay propuesta que estamos impulsando, respaldada por organizaciones sociales, empresarios, estudiantes; que tiene el aval de la academia, de las universidades, es decidir simplemente cuáles son las diez grandes reformas sociales que necesita Colombia y hacer una consulta popular a finales del año, para que sean los colombianos, en las urnas, rompiendo todas esa polarización y extremismo.

Es una experiencia probada, hace 30 años lo gramos un puñado de estudiantes, hoy hay muchos dirigentes que están pensando en esa convergencia, en ese propósito de país, en hacer un alto en el camino para sentarse a hablar y reconocer la opinión del otro.

Hemos un hecho un ejercicio muy importante y es recoger lo que han dicho los científicos, quienes conocen los problemas de Colombia, de todas las vertientes ideológicas, que están en las universidades, centros de pensamiento y plataformas de diálogo y uno diría en que todos coinciden en que Colombia necesita una renta básica, una renta mínima, para la gente que ha quedado en los peores niveles de pobreza en la historia de Colombia.

Igualmente, la reforma a la salud, a la educación, la equidad con la mujer, los temas de reactivación económica, la reforma rural y regional, por su puesto la necesidad de racionalizar el ejercicio de la fuerza pública dentro de la protesta.

¿Por qué después de 30 años no se han ejecutado esas reformas en el marco de la Constitución?

El proceso de producción de la Constitución del 91 fue un gran paréntesis de buena política de la historia de Colombia, en ese proceso llegaron organizaciones que nunca habían tenido representación política y se crearon unos consensos, no basados en el clientelismo, en la corrupción política. Pero ese trabajo duró muy poquito, unos 150 días, desde el 5 de febrero de 1991 al 4 de julio de 1991 (desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente)

¿Qué pasa? Las costumbres políticas, de la política minúscula, electorera y clientelista, lamentablemente se impuso de nuevo, y esa política clientelista ha impedido que se hagan las grandes reformas sociales, que deben estar basadas en la Constitución del 91.

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