La violencia contra la mujer no solo deja moretones, heridas abiertas o evidencias visuales. La violencia psicológica deja marcas invisibles, difíciles de curar.
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El encierro por la pandemia destapó una caja de pandora. Los casos de violencia intrafamiliar enfocados en maltrato hacia la mujer se dispararon. Muchos no llegaron a sumar a las cifras de las autoridades, pero sí quedaron en los registros de vecinos, amigos y familiares de las víctimas.
Para Manuela la cuarentena y el encierro dejaron en evidencia el comportamiento agresivo de Juan, su pareja, con quien duró dos años de novios y llevaba cuatro años de casada. Los celos y el maltrato psicológico y verbal se incrementaron tanto que un día la situación se salió de control.
Las agresiones
“Yo sabía que era un hombre que tenía contacto con más mujeres. Que saliera con ellas o tuvieran otro tipo de contacto, no tengo ni idea. Pero, sí habla con muchas. La cuarentena nos llegó en un momento en el que ya estábamos mal, a punto de separarnos. Sin embargo, al principio yo traté de que las cosas funcionaran”, relató Manuela.
Las primeras semanas, recuerda, transcurrieron con normalidad. Hasta que un día los celos de Juan se volvieron irracionales. “Llegó al punto en el que yo no podía bajar a la portería y demorarme diez minutos porque cuando subía ya estaba bravo. Tampoco podía ir a las zonas comunes o demorarme sacando al perro porque eran motivos para que se enojara”, reveló.
Las escenas de celos, las discusiones, los malos tratos y los gritos aumentaban y eran cada vez más fuertes. “Un día me empezó a coger el celular para revisarlo y luego a pelearme por lo que encontró. Entonces, como no se lo dejé coger otra vez me agarró muy fuerte de los brazos, me zarandeó y me estrujó muy duro. Esa fue la primera vez”, comentó.
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El hijo de Manuela, que no es en común, tuvo que intervenir para que Juan la soltara al escuchar los gritos desesperados de su mamá para que la dejara de agredir.
“Otro día le dio rabia que me hubieran enviado un mensaje de texto y me agarró súper duro, me quitó el celular, lo reventó contra el piso y lo dañó. Con eso le dije que me quería separar y me contestó que él no se había separado de mí porque sabía que mi profesión estaba muy afectada por la pandemia y por no dejarme sola porque yo no podría con todos los gastos”, dijo Manuela.
Después de soportar durante siete meses la violencia psicológica, verbal y la física, que no dejó huella, Manuela logró separarse de su agresor. Sin embargo, a pesar de todas las circunstancias no lo denunció, no acudió a pedir ayuda. “Nunca pensé en denunciar porque si no le prestan atención a las que les hacen cosas horribles, mucho menos a una que la trataron mal y la apretaron”, puntualizó.
Los casos versus las cifras
Para Juliana Martínez Londoño, secretaria de las Mujeres de la Alcaldía de Medellín, durante la pandemia aumentaron las violencias contra las mujeres aun cuando las cifras muestran disminución. “Lo cierto es que al mirar más de fondo la situación, las mujeres no solo se han visto confinadas con sus agresores, sino que también han enfrentado a otro tipo de barreras para acceder a la atención que brindan las instituciones”, dijo.
Martínez también reconoció que las mujeres se vieron afectadas en sus trabajos por las medidas para mitigar la pandemia, lo que afectó su generación de ingresos y su autonomía económica. Además, del aumento de la carga al interior de los hogares por el cuidado de los niños que se debieron quedar en cada.
“La violencia contra las mujeres es un fenómeno subestimado, esto quiere decir que no sabemos con certeza cuál es la dimensión real. Las cifras nos muestran que es un asunto sistemático, estructural y bastante extendido en las diferentes clases sociales”, agregó la funcionaria.
Asimismo, agregó que las mujeres no denuncian públicamente por la naturalización de las violencias y su justificación, por lo que prefieren resolver su situación directamente o asumen que es un asunto que deben soportar, cuando no es así.
Por su parte, el mayor Yair Morales, jefe de la Sijin de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, indicó que en Medellín y el área metropolitana las cifras son favorables en comparación con lo que sucedió en el resto del país. “En el 2020 se registró una disminución de la violencia intrafamiliar del 6% comparado con el 2019, cuando hubo 14.248 denuncias, mientras que en 2020 fueron 13.333. En cifras absolutas se presentaron 915 denuncias menos”, indicó.
El mayor Morales confirmó que son muy pocos los casos de violencia psicológica o económica. “Las instituciones trabajamos por iniciativa propia cuando es difícil evidenciar lo que ocurre en la intimidad de un hogar y brindamos los apoyos psicosociales que son requeridos. Pero, las denuncias son extremadamente bajas”, dijo.
Según los datos de Fiscalía Seccional Medellín, durante el 2020 se recibieron 9175 denuncias por violencia intrafamiliar, lo que significa que en promedio fueron 25 por día. Además, que las comunas donde se reportaron más víctimas fueron Manrique (863), Villa Hermosa (696) y Aranjuez (694).
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La cifras
- 9174 llamadas fueron recibidas por el 123 entre marzo y junio del 2020 reportando casos de violencia intrafamiliar, 2457 casos más que en el mismo periodo del 2019.
- 177 capturas se han ejecutado por violencia intrafamiliar en lo corrido el 2021.
- 1006 capturas se ejecutaron en el 2020 por violencia intrafamiliar, de las cuales el 35% se encuentran en la cárcel.
- 81% de los casos la violencia intrafamiliar reportados son en contra de las mujeres.
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La frase
“Nunca pensé en denunciar porque si no le prestan atención a las que les hacen cosas horribles, mucho menos a una que la trataron mal y la apretaron”, Manuela, víctima de violencia psicológica en Medellín.