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La democracia peruana se mancha en una noche de sangre y muerte

Sangre y surrealismo se mezclaron en una trágica noche para Perú que amenaza con ser la puntilla para el Gobierno de transición del presidente Manuel Merino, un régimen que nació sin apoyo popular el lunes y que amaneció el domingo herido de muerte entre el repudio y dolor de casi todo el país.

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En una semana, los promotores de la destitución del expresidente Martín Vizcarra, fueron incendiando cada vez más lo ánimos con sus constantes muestras de desprecio a la opinión popular y tratar de reprimir como fuerza las manifestaciones en su contra.

Desde el mismo lunes se sucedieron las protestas en todo el país contra la maniobra del Parlamento, que destituyó a Vizcarra para que así asumiera la Presidencia de Perú el presidente del Congreso, el opositor Manuel Merino, un parlamentario elegido con apenas 5.000 votos por la región norteña de Tumbes.

Las manifestaciones contra Merino, que personifica los intereses de varios partidos presentes en el hemiciclo contrarios a la lucha anticorrupción y la reforma universitaria impulsadas por Vizcarra, tuvieron su punto álgido en la trágica noche de este sábado, donde la movilización nacional más multitudinaria acabó con al menos dos muertos.

ASCENSO Y CAÍDA VELOZ

Los sucesos dramáticos del sábado resumen de manera condensada el veloz ascenso y caída del régimen de Merino, un presidente interino que ha tratado de imponer por la fuerza hasta las últimas consecuencias su régimen pese a que desde un inicio el pueblo le dio la espalda.

Tras pasar casi cinco días sin hablar en público, el surrealismo del que ha hecho gala su breve administración quedó en evidencia cuando el presidente se presentó en un canal de televisión sin previo aviso, interrumpiendo una entrevista telefónica a su primer ministro, Ántero Flores-Áraoz.

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En su breve alocución, siguió la línea que habían mostrado en días anteriores sus ministros: negar la autocrítica y minusvalorar a las protestas, a las que veían como algo pasajero, producto del cansancio de la población por llevar tanto tiempo en casa por la pandemia del covid-19.

Estas declaraciones no hicieron más que calentar más lo ánimos de un pueblo que salió en masa a las calles desde primera hora de la tarde al grito de «Fuera Merino», entre otras consignas contra el Gobierno de transición.

La Policía Nacional de Perú volvió a reprimir durante la madrugada de este domingo a un grupo de manifestantes que llegó hasta el frontis de la sede del Congreso peruano, mientras fuentes oficiales informaron que el presidente Manuel Merino no piensa renunciar al cargo a pesar de la exigencia popular.

Tras los violentos sucesos que este sábado dejaron al menos dos muertos, decenas de heridos y al menos veinte desaparecidos, los agentes se replegaron hasta las cercanías al Palacio Legislativo, por lo que cientos de manifestantes que aún estaban en el centro histórico de Lima avanzaron de manera pacífica hacia ese lugar.

En un primer momento, los pocos agentes que custodiaban los exteriores del Congreso dejaron avanzar a los jóvenes, hombres y mujeres, que portaban banderas peruanas y lanzaban arengas acusando al gobierno de Merino por las muertes de este sábado.

La democracia peruana se mancha en una noche de sangre y muerte.

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