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El uso de artefactos tecnológicos en el sistema judicial: una mirada desde la bioética

La inteligencia artificial ha sido utilizada en varios procesos que definen el comportamiento humano. ¿Qué tan ético es incorporarlos en temas legales? Hablamos con un experto.

La tecnología se ha convertido en una herramienta poderosa para la solución de problemas judiciales, en medio del dilema en el que viven tecnócratas y tecnofóbicos por defender qué tan benéfico o perjudicial es acudir a la inteligencia artificial y los algoritmos en estos casos.

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Hechos como el presentado en Florida, donde un asistente virtual de Amazon podría ser utilizado como testigo en un caso de homicidio, abre el debate sobre qué tan oportuno es dejar este tipo de dispositivos al servicio de la justicia y el derecho.

Por otro lado, en Colombia, se ha incorporado la inteligencia artificial para facilitar el trabajo del sistema judicial. A través de una herramienta llamada Pretoria, se pretende disminuir los tiempos de análisis y estructuración de las más de 2.500 sentencias diarias de tutela que recibe la Corte Constitucional.

La bioética ha estudiado una red de actores, donde se considera que tanto humanos, como artefactos y máquinas, tienen una participación simétrica dentro de las actividades cotidianas. Desde este punto de vista, sería oportuno poderle dar la posibilidad a otros artefactos humanos y no biológicos, a que dialoguen con la realidad y participen con ella de manera activa.

Felipe Ramírez Gil, Diseñador Industrial, Bioeticista y docente de la Universidad El Bosque, reveló en diálogo con PUBLIMETRO, cómo desde la bioética se puede comenzar a estudiar la importancia de la tecnología en la solución de problemas.

“La vida no se queda en sustratos biológicos, sino también en sustratos biotenoclogicos o tecnológicos, en donde las capacidades humanas se pueden comparar con las capacidades mecánicas y tecnológicas. Ahí es donde nosotros, en términos de bioética, empezamos a estudiar todas estas temáticas que ya se desprenden de la vida biológica y entramos a dialogar con protocolos de inteligencia artificial, robots y demás entidades que empiezan a vivir dentro de nuestra vida y hay que entender la relación que tenemos con ellas. Desde mi punto de vista no se trata de decir quién prima más, si el humano o la máquina. Mi conclusión es que hay un complemento entre aquellas tecnologías que empiezan a ser autónomas con la vida y la evolución de la vida humana”, aseguró.

Según indica Ramírez, por el momento les corresponde a los humanos clasificar si un dispositivo tiene o no el suficiente desarrollo moral para poder participar en una decisión tan seria y complicada como lo es una judicial. Existen varias vías, como la usada por el psicólogo Lawrence Kohlberg quien indica que los seres humanos tienen tres estados de desarrollo moral: preconvencional, convencional y postconvencional.

El preconvencional se enfoca en quienes no responden a una serie de convenciones y reglas del juego sociales para el buen actuar de las personas; quienes tienen un desarrollo convencional actúan y se relacionan de acuerdo a unas reglas establecidas y una cantidad que elementos que los guían y, las postconvencionales son personas que, sin necesidad de reglas, tiene un actuar correcto y prudente con los demás.

“Se podría bajo ese criterio decir que el dispositivo de Amazon muy probablemente lo podríamos ubicar dentro de las tres fases, mientras que la inteligencia artificial y los algoritmos programados podrían fácilmente estar dentro de la segunda categoría, por ahora. Si das unas reglas del juego, estos dispositivos podrían comportarse en cierta situación en un desarrollo moral convencional”, agregó Ramírez.

Actualmente la sociedad convive con dispositivos que interactúan en el diario vivir de las personas y desde la bioética cualquier identidad humana y no humana puede lograr un nivel moral y decisión tal que no debería ser discriminado.

“En este caso un dispositivo de inteligencia artificial que está compuesto por materiales inertes, de plástico y metales, no deberíamos dejarlo a un lado de entrada. Esto quiere decir que podríamos darle la oportunidad de revisar su capacidad moral de participar en decisiones como las judiciales”, concluyó el profesional.

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