Me hartan las preceptivas, sobre todo cuando se aplican a la literatura, o a lo que debería ser o no ser un escritor.
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Un escritor es muchas cosas. Un escritor es alguien que escribe o no. Puede publicar un libro o dos o veinte o cien. Un escritor puede ser universal o local o escribir sólo para sus amigos o para nadie o para sí mismo. Un escritor puede ser eterno o efímero. Puede ser aplicado como un monje o un completo vago. Un escritor puede leer, no lo que leen los demás escritores, sino lo que se le da la gana: los clásicos o los contemporáneos, los extranjeros o los nativos.
O puede pasarse la vida releyendo los mismos libros, o el mismo libro. Un escritor puede ser pobre o rico o miembro de las clases medias. O un desclasado o un auténtico marginal. Un escritor puede ser un solitario o tener una familia. Querer u odiar los niños. Un escritor puede ser un memorioso, ser el que más recuerda, o un desmemoriado y ser el que más olvida. Un escritor es gay, lesbiana, bisexual, transexual, intersexual, queer, asexual, heterosexual. Un escritor es cualquiera que escriba. Un escritor puede escribir en la cárcel o en una mansión. Un escritor puede echarse todo el día en su cama, todos los días.
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Un escritor puede ser un santo o un malvado. Un escritor puede ser divertido o aburrido. Un escritor puede ser cuerdo, loco, o estar enfermo. O ser gordo o flaco. Atlético o escuálido. Un escritor puede ser una diva o ser humilde o vanidoso. Un escritor puede ser bello, feo o tener esa belleza o fealdad promedio de la mayoría. Un escritor puede tener fobias, miedos, o ser valiente o un cobarde, puede ser generoso o egoísta. Le pueden gustar las putas, el alcohol, la noche o la bohemia. O la comida saludable y el día. Un escritor puede tener gatos o perros o cerdos o pájaros. O puede perfectamente odiar a las mascotas y a los animales en general.
Un escritor puede no escribir y ser un buen y gran escritor. Un escritor puede ser dicharachero o callado. Tímido o extrovertido. Culto o diletante o hasta ignorante. Un escritor puede ser auténtico o posudo. Natural o extravagante o dandy. Un escritor puede oler bien o mal. Puede ser escéptico, ateo, laico, o creyente. Un escritor puede creerse Dios o el Diablo. Un escritor puede creerse Proust o nadie. Un escritor puede ser feminista, machista, antifeminista, valemierdista, o extremista. Un escritor puede ser alcohólico o drogadicto o abstemio o lo que se le dé la gana ser. Puede escribir buenos libros, libros mediocres, o grandes libros o libros trascendentes o intrascendentes. O libros malos. O escribir poco. O escribir mucho. O publicar siempre o nunca publicar. Puede viajar un escritor, a París o a Melgar. O puede encerrarse en su habitación.
Un escritor puede ser joven o viejo. O tener menos de 39 años. Puede ganarse premios o no ganarse ninguno. Puede creerse una leyenda o un accidente. Puede empezar a escribir a los nueve años o a los ochenta. Puede escribir novelas o cuentos o poemas o reportajes o panfletos o cartas de amor o canciones o novelas de terror o chistes o aforismos o textos intrascendentes. Puede añorar la máquina de escribir. Puede sufrir de insomnio o dormir bien. Cagar mal o cagar bien. Tirar bien o ser un mal polvo.
Un escritor puede ser feliz o estar harto de la vida. Un escritor puede ser un perfecto envidioso o alguien generoso. Un escritor puede ser, en fin, lo que se le dé la gana, puede poner la coma o la tilde donde se le dé la gana y usar la doble negación y los adjetivos que quiera o no usar ninguno. Y puede gustarles a las mayorías, a las minorías o a nadie. Así que lo que un escritor diga o piense sobre la escritura sólo se lo puede aplicar a sí mismo.
Miguel Ángel Manrique / @miguelmanrique