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Lo que comen los jóvenes adultos en tiempos de pandemia

Los jóvenes adultos colombianos se han visto fuertemente afectados por el confinamiento y todo lo que esto ha traído consigo. Esta emergencia sanitaria sin duda ha generado un punto de inflexión de suma importancia en la reinvención a nivel personal, psíquico, anímico, económico, de relacionamiento social y claramente en su alimentación. El Observatorio de Comportamientos Culturales de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano realizó esta investigación sobre la alimentación y los hábitos de este grupo específico

The Milken Institute School of Public Health

El Observatorio de Comportamientos Culturales de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano realizó esta investigación sobre cómo se están alimentando y qué hábitos saludables han adquirido los jóvenes adultos para el cuidado de su salud que PUBLIMETRO publica a continuación:

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Sabemos que esta contingencia mundial ha llegado a nosotros para rediseñar, configurar y redefinir la mayoría de estadios en que se mueve nuestra cotidianidad, desde cómo nos relacionamos, comunicamos, movilizamos, estudiamos, compramos, ejercitamos y hasta nuestra propia manera de pensar y actuar. Nos hemos visto en la tarea de asumir nuevos retos e implementar o cambiar gran parte de nuestra rutina ya establecida; dejamos a un lado todo tipo de contacto social en pro de la salud y nos refugiamos en la tecnología para suplir este vacío social; detuvimos todo o casi todo nuestro entretenimiento fuera de casa para adentrarnos en la web para buscarlo; colegios, universidades y trabajos se redujeron a un computador, y nuestros hábitos alimenticios se vieron también afectados. Los jóvenes colombianos han tenido cambios en su alimentación, algunos ha podido implementar estrategias para mantener una ingesta de nutrientes saludables, porque mantener una dieta adecuada contribuye al fortalecimiento del sistema inmunológico, un aspecto más qué valioso por estos días, pero otros han caido en malas prácticas que pueden cobrar consecuencias en su salud a corto o mediano plazo.

Iniciamos con una fase cuantitativa aplicando una encuesta a 119 personas entre los 19 a 29 años de edad de todos los niveles socioeconómicos (NSE), con el fin de conocer cuáles eran sus preferencias al alimentarse durante esta contingencia, que alimentos habían disminuido o aumentado en ingesta, cuales habían eliminado y cuales habían sumado o erradicado completamente de su mesa.

Luego en una fase cualitativa abordamos a 12 jóvenes entre 19 y 29 años de edad, para preguntarles ¿Por qué cree usted sea importante tener una alimentación balanceada?¿Por qué considera que su familia influye en sus hábitos? ¿Por qué considera que ciertos alimentos no son saludables? ¿Por qué para usted es difícil mantener hábitos alimenticios saludable? Todo con el propósito de identificar sus perspectivas en cuanto a gustos, sabores, costumbres, adaptaciones y estrategias para el consumo será saludable.

Para finalizar la entrevista, les pedimos que realizarán un collage, para conocer gráficamente ellos como veían la comida saludable y conocer sus hábitos diarios, complementándolo con una explicación por nota de voz, dándonos más perspectivas sobre el tema. Esta información nos permitió identificar y comprender lo que para ellos es la importancia de llevar una alimentación saludable, dándonos un entendimiento sobre el balance entre la salud física y mental.

Hallazgos

Con los resultados de la encuesta concluimos que la mayoría de las personas, en este aislamiento, empezaron a probar sus talentos culinarios, ya que el 85% de los entrevistados empezaron a investigar nuevas recetas en internet, en su mayoría utilizando redes sociales como Instagram, Facebook y canales de YouTube. Algunas de estas recetas son típicas colombianas, platos especiales como lasaña o pizza, nuevas formas de preparación de verduras, para empezar a adquirir un nuevo gusto por ellas, y cómo hacer postres saludables para cuando tengan antojo de algo dulce.

También, el 56% de las personas confirmó haber empezado nuevos hábitos alimenticios más saludables, para así mejorar tanto su físico, como su parte nutricional tratando de mejorar su sistema inmune, implementando y reduciendo algunos alimentos; la mayoría consume a diario carnes y verduras, trataron de reducir o eliminar por completo la ingesta de azúcares, gaseosas, grasas y comidas rápidas, y las harinas, cereales, frutos secos y granolas las tienen en un consumo moderado.

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Esta encuesta incluyó una pregunta abierta para que expresaran los cambios en sus nuevos hábitos y que alimentos empezaron a incluir, encontrando tres grupos de personas, los primeros son aquellos que prefieren involucrarse de lleno en el tema y buscan incluso como tener su propia huerta o conseguir productos directo de lugares naturales, los segundos son personas que les interesan alimentos saludables y sus beneficios, y los terceros que no se preocupan y se guían más por la sazón de sus comidas o simplemente si le gusta el sabor, como lo expresó uno de ellos: “La ansiedad generó que uno empezará a buscar otros gustos alimenticios, anteriormente las bebidas azucaradas nunca estaban y en este tiempo si las tomé” (Felipe, 25 años, NSE3).

Evidenciamos que por el confinamiento y las medidas tomadas para la protección de la salud de las personas, se generaron cambios en cuanto a los hábitos, emociones y conductas: “Igual, uno es consciente de que se está alimentando mal, uno lo identifica porque el cuerpo te comunica, entonces empiezas de pronto a ver grasa localizada en mayor cantidad o de primera aparición en donde antes no había, igual pues busco en esos casos ejercitarme y demás” (Felipe, 25 años, NSE3).

Pero también encontramos a algunos que resolvieron aprender recetas nuevas haciendo uso de plataformas digitales: “a mí personalmente me gusta mucho cocinar y siempre hay variedad de platos con los cuales deleitarse más si se trata de preparar” (María Fernanda, 23 años, NSE6). Todo con el propósito de distraerse y experimentar. Otros decidieron tener hábitos alimenticios saludables y dicen:“ahora que tengo el tiempo, entonces le presto más atención a lo que voy a comer, pues trato de que todo esté balanceado: una buena proteína, una buena porción de arroz y una ensalada, de pronto algo que complemente” (David, 25 años, NSE3). Pero encontramos su contraparte que no tiene buena alimentación por factores económicos, ya que se suele considerar que la comida saludable es más costosa en comparación a una comida tradicional: “si la comida saludable se consiguiera igual de fácil a la comida y su costo fuera similar, yo comería más comida saludable” (Pilar, 23 años, NSE2).

Otra postura interesante fue la que tomaron algunos jóvenes que empezaron a consumir o a apoyar el comercio local, el comercio campesino como @fruverboyaca y otros hicieron uso de las plataformas digitales para aprender a sembrar sus propias cosas: “La verdad prefiero consumir productos 100% orgánicos y naturales, hasta empecé a sembrar cosas como papa, cilantro, lechuga, tomate en el patio de mi casa, solo para estar más cómodo con lo que consumía pues uno nunca sabe cómo están realmente tratado lo que te venden en un supermercado” (Gillian, 21 años, NSE3). También encontramos que la ingesta de algunos alimentos va muy ligada al contexto familiar en el que se encuentren estos jóvenes y depende de la salud de sus familiares: “Mis abuelos son diabéticos entonces comemos sin dulce y las comidas bajas de sal” (Juan Andrés, 19 años, NSE3). Otros en cambio dejaron de lado sus buenas prácticas, o porque resultaba costoso o porque se desmotivaron al tratarse de dietas que llevaban junto a sus rutinas de gimnasios o centros de entrenamiento deportivo, así que no había ninguna motivación para llevar a cabo dichas dietas o alimentaciones estrictas: “como sabes lo que acarreó todo este tema de la pandemia, tuve que quedar sin trabajo entonces hacer una dieta o asistir a un gimnasio resulta costoso, así que tuve que recortar o privarme de muchos hábitos para reducir costos”(Santiago, 25 años, NSE3).

Y por último prácticas alimenticias donde se ingieren alimentos que los hagan sentir anímicamente mejor: “porque a las 10 de la noche mientras veo una película no se me antoja una pitaya, quiero algo que si me calme los antojos” (Pilar, 23 años, NSE2), siendo totalmente consientes de que no son buenos habitos: “porque a veces cuando me estreso en el trabajo me gusta consentirme con algo rico para sentirme mejor, aunque en el fondo sé que llenarme de dulces no me hace bien” (Monika, 29 años, NSE3).

Conclusión

La alimentación de los jóvenes adultos colombianos depende directamente de su situación de convivencia, a razón de que si aún viven en casa de sus familiares tienen prácticas forzadas de buena alimentación pero si ya son independientes la ingesta de alimentos saludables disminuye aunque se han visto obligadas a hacer uso de las redes sociales para aprender a cocinar para mejorar su alimentación.

Una gran parte de este grupo poblacional ha iniciado una labor de recolección de información por medio de internet para lograr entender mejor y aplicar nuevas formas de alimentarse más amigables con su cuerpo y su salud, evitando incluso la intermediación para adquirir productos del campo. Para algunos esta contingencia en la que estamos inmersos, ha servido como un impulso motivacional para que estos jóvenes empiecen a tomar conciencia de la alimentación como un factor que contribuye no solo a la absorción de nutrientes sino como un mecanismo para reforzar su salud tanto física como mental. Y está la otra parte de estas personas que sabiendo la importancia de alimentarse bien, no lo hacen o no pueden cambiar sus hábitos de consumo por distintos factores, donde lo económico es el más relevante.

El confinamiento obligó a compartir espacios con nuestros familiares forzando a la población de adultos jóvenes ha aprender tradiciones culinarias que los ha llevado a replantear sus hábitos, sobre todo la solución más fácil que era comprar comida preparada o pedir un domicilio.

Por:

Carlos Andrés Arango Lozano, coordinador del Observatorio de comportamientos culturales UTadeo

Andrea Camila Arias Gualdrón, Estudiante del programa de publicidad, UTadeo.

Diana Andrea Malagón Chivata, Estudiante del programa de publicidad, UTadeo.

Evelyn Johanna Pulido Monroy, Estudiante del programa de publicidad, UTadeo.

Referencias

– Guber, R. (2001). La etnografía, método de campo y reflexividad. Buenos Aires: Siglo veintiuno
– Alimentación saludable y actividad física en la infancia y adolescencia. (Internet) Cantabria: Dirección General de Salud Pública. Gobierno de Cantabria; 2010. (Acceso: 30/08/20125). Disponible en:- http://saludcantabria.es/uploads/pdf/consejeria/Programa%20Alimentacion.pdf
– WGSN. (S/F). Reconectar en un mundo sin contacto. BY ASCENTIIAL Recuperado de https://createtomorrowwgsn.com/2074948/?utm_medium=email&utm_source=mkt-email-cl&utm_campaign=re-emergence&utm_content=execsumm&utm_term=noterm&mkt_tok=eyJpIjoiTnpZM1lURm1ZV1F5TldJMCIsInQiOiJrMVpab0U3VURKblBHZmYwMUU0dkROeVI1VW1Cc0ZvR0JIYVNZWkIyczc3OWRtY3NCQWtJWUFacGh3RWRzcFBTMVBqclNwWmZhWmF6VTY4ak9Mc2VweVl4Q1Q2NzF6aHk0NDhpZnVTM1lFRm9rOVNNcG9VVFBpNHVkcm9pS3JlSyJ9

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