El Ministerio de Cultura de Colombia rechazó el derribo de una estatua ecuestre del conquistador español Sebastián de Belalcázar en Popayán, capital del convulso departamento del Cauca (suroeste), tumbada el miércoles por indígenas de la comunidad Misak.
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«El Ministerio de Cultura, como rector de la política pública de protección y salvaguarda del patrimonio material e inmaterial de nuestro país, lamenta y rechaza los actos violentos a la estatua de Sebastián de Belalcázar en la ciudad de Popayán», señaló en un video la ministra Carmen Vásquez.
Para derribar la estatua, ubicada en la cima del cerro de Tulcán, indígenas que protestaban contra la violencia en la región le ataron cuerdas, luego tiraron de ellas para tumbarla y cuando cayó comenzaron a celebrar como forma de «reinvidicar la memoria de ancestros asesinados y esclavizados por las élites».
Sebastián de Belalcázar, nacido en 1480 en lo que es la actual provincia española de Córdoba, fue un conquistador que fundó Quito el 6 de diciembre de 1534, así como las ciudades colombianas de Cali, Popayán y Belálcazar, en el suroeste del país.
PATRIMONIO DE TODOS
«Los monumentos públicos son un museo abierto que le pertenece a toda la comunidad y son obras de arte a las que todos tenemos acceso gratuito. Hacen parte del patrimonio cultural mueble de la Nación y por eso todos tenemos el deber de protegerlos y conservarlos», agregó la ministra.
Vásquez aseguró que su despacho acompañará al alcalde de Popayán, Juan Carlos López, en la «restauración de este monumento» e hizo un llamado a la comunidad a «manifestarse de forma pacífica sin afectar el patrimonio cultural de la Nación».
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La Alcaldía de Popayán dijo por su parte que la estatua fue elaborada por el artista español Victorio Macho y erigida en el morro de Tulcán, el principal sitio arqueológico de Popayán, en 1937, con motivo de los 400 años de fundación de la ciudad.
El derribo de la estatua, que según el alcalde de Popayán será instalada de nuevo en su pedestal, ha abierto una controversia en Colombia entre quienes aplauden la acción de los indígenas y quienes critican los ataques a estatuas a semejanza de lo ocurrido en meses pasados en Estados Unidos y Europa.
DEFENSA INDÍGENA
El Movimiento de Autoridades Indígenas del Suroccidente Colombiano (AISO) argumentó que Sebastián de Belalcázar cometió delitos como «genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural de los pueblos que hacían parte de la Confederación Pubenences», que habitaban la región en la época de la conquista.
Según AISO, estas denuncias se basan en «crónicas, relatos historiográficos, reconstrucciones, expedientes de archivo muerto y archivo clasificado del archivo central del Cauca», entre otras fuentes que van desde textos académicos hasta «historias fidedignas de la tradición oral de nuestros pueblos ancestrales Misak».
«Cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios. Mis respetos para los hermanos y hermanas Misak. Como Estado pluriétnico y multicultural otras simbologías deben florecer y adornar el paisaje libertario», dijo, por su parte, el senador indígena Feliciano Valencia.