Bogotá apeló este domingo al perdón y a la reconciliación en una jornada en la que recordó a las 13 víctimas mortales de las violentas manifestaciones contra la brutalidad policial, cuyos familiares hicieron un llamado para que cese la violencia.
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A la Plaza de Bolívar de Bogotá, centro del poder de Colombia, llegaron padres, hermanos e hijos de las personas que murieron o que fueron heridas con disparos de bala que, según la alcaldesa Claudia López, ocurrieron pese a que ordenó a la Policía nunca usar «armas de fuego en las protestas ciudadanas».
En la ceremonia, a la que no asistió el presidente colombiano, Iván Duque, pese a haber sido invitado, y cuya silla permaneció vacía, estuvieron en representación del Gobierno Nacional los altos comisionados para la Paz, Miguel Ceballos, y para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez.
También participó el presidente de la Comisión de la Verdad, el jesuita Francisco de Roux; el pastor Emiro Roa, de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, y monseñor Jaime Mancera, de la Arquidiócesis de la Bogotá.
Las violentas protestas fueron desencadenadas por la brutalidad policial que causó la muerte de Javier Ordóñez, un hombre de 46 años que fue reducido con exceso de fuerza y el uso prolongado de una pistola eléctrica táser por dos agentes durante su arresto en la madrugada del miércoles en Bogotá.