La COVID-19 no ha evitado que un virus persistente siga recorriendo Latinoamérica: la corrupción. Repartos irregulares de ayudas, compras sobrevaloradas, falta de transparencia en adjudicaciones, estos son algunos casos vinculados a la emergencia sanitaria que muestran la buena salud de unas prácticas ilegales que todavía no han encontrado una vacuna efectiva.
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Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú o República Dominicana, entre otros países, han sufrido en los últimos cuatro meses unos escándalos relacionados con corruptelas y el coronavirus, que han alarmado a Gobiernos, autoridades internacionales y ciudadanos encerrados en cuarentena.
Tanto es así que esta misma semana, Naciones Unidas ha creado un Observatorio Regional de Precios de Medicamentos en América Latina para evitar irregularidades en la compra de medicamentos e insumos médicos durante la pandemia.
“La corrupción no solo viene por los Estados blandos, por la falta de oportunidades, o de que las leyes no están bien hechas y permitan espacio para la corrupción. Todo esto se puede y se debe mejorar. El tema cultural es más complicado”, destaca Marta Lagos, la directora del Latinobarómetro, en declaraciones a Efe, para explicar estas malas prácticas en una región que se presenta casi ya como el epicentro de la pandemia.
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