Colombia tiene lugares a los que no llega el Estado, pero sí el coronavirus. ¿Cómo se atiende una pandemia en centros de salud donde muchos niños han nacido a la luz de velas porque ni siquiera hay energía eléctrica?, ¿cómo se cuidan aquellas personas de comunidades en las que no hay agua limpia para lavarse las manos?
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El departamento del Amazonas no pudo ser inmune al virus que atemoriza al mundo. Entre el 17 de abril y el 3 de mayo, la cifra de amazonenses contagiados de COVID-19 pasó de 1 a 229. En un territorio de 66.000 habitantes, esta cantidad equivale al a tasa más alta del país: de cada dos mil personas, casi siete tienen coronavirus.
Sin embargo, este es solo el número de casos que se han podido comprobar con muestras analizadas en Bogotá, cuyos resultados tardan más de una semana en llegar. “Seguramente estamos con el virus mucho más propagado de lo que dicen las estadísticas de salud”, cuenta Nelly Kuiru, comisionada nacional de comunicación de los pueblos indígenas de la Macro-Amazonía.
De la división política del Amazonas hacen parte dos municipios: Leticia, la capital, y Puerto Nariño. El resto del territorio está dividido en nueve áreas no municipalizadas, que ocupan la mayor parte del departamento y están habitados por comunidades indígenas. Al no tener la categoría de municipios, no cuentan con hospitales sino con puestos de salud.
También hay cerca de 20 pueblos indígenas asentados en el Trapecio Amazónico, un corredor geográfico en el extremo sur del país que en los mapas se dibuja en forma de W. Esa punta está bordeada por el río Amazonas y demarca parte de la frontera con Brasil y Perú. Según un informe de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), hasta el 2 de mayo había 15 casos de coronavirus confirmados en el Trapecio Amazónico, seis pueblos indígenas afectados y cuatro personas muertas por la pandemia.
«Tenemos muchas personas de la tercera edad. En una casa pueden vivir hasta cinco familias»: Jhonny del Águila, habitante de la comunidad de Mocagua.
«En las comunidades hay gente con fiebre, tos y dolores de cabeza. Se están haciendo remedios caseros, pero no son tan efectivos», dice Jhonny del Águila, líder de la comunidad de Mocagua, en el Trapecio Amazónico. “Tenemos muchas personas de la tercera edad. En una casa pueden vivir hasta cinco familias. El Estado piensa que el problema está solo en Leticia, ¿dónde quedamos nosotros como comunidades indígenas?”, agrega.
La llegada del virus
¿Cómo hace el COVID-19 para entrar a pueblos tan lejanos? Las hipótesis son varias. En las áreas no municipalizadas, que están en el centro y el norte del departamento, aún no hay casos confirmados pero tampoco hay tranquilidad. “Muchas embarcaciones entran por el río sin permiso. Vienen de lugares donde ya hay personas contagiadas”, explica Israel Fajardo, coordinador de comunicaciones de la Asociación Zonal Indígena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de La Chorrera Amazonas (Azicathc).
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En las comunidades indígenas que viven sobre el Trapecio Amazónico, otra de las hipótesis es que los contagios se hayan producido por su cercanía con Tabatinga (Brasil), donde hasta el pasado lunes se contaban 232 casos positivos. “No hubo control en el cierre de fronteras. Los brasileros llevaban a la gente enferma para que la atendieran en Leticia y por eso uno de los barrios con más contagios es El Porvenir, que está pegado a Tabatinga”, dice la comisionada Nelly Kiuru.
«Varias agencias de turismo llevaban a los extranjeros sin ninguna precaución. Muchos eran europeos»: Nelly Kuiru, comisionada nacional de comunicación para los pueblos indígenas de la Macro-Amazonía.
La última hipótesis es una especie de contagio a domicilio. Hasta antes de que se ordenara el cierre de los aeropuertos, turistas nacionales y extranjeros visitaban las comunidades indígenas como parte casi obligatoria del paseo. En noviembre del año pasado, cuenta Nelly, varios pueblos pasaron por una epidemia de gripa. “Era una gripa tan extraña… mi hermano tardó casi un mes en recuperarse, a lo último tosía sangre. Varias agencias de turismo llevaban a los extranjeros sin ninguna precaución. Muchos eran europeos”, añade la comisionada.
Mientras el Estado se pronuncia con soluciones para estas comunidades, el virus que ha provocado más de 240.000 muertes en el mundo intenta ser combatido en el corazón del Amazonas con medicina natural: infusiones de limón, jengibre, panela y plantas, lo único que los indígenas tienen a la mano sin necesidad de súplicas al Gobierno central.
Llamadas sin respuesta
Desde la comunidad Huitoto del km 11, a unos 20 minutos de Leticia, Iván Gaspar cuenta que ya hay personas con síntomas de coronavirus: “Cuando llamamos al hospital de Leticia, nos dicen que en 30 minutos vienen… pero nunca llegan”. La comunidad se llama N+maira Na+mek+ Ib+r+, que traduce Patio de ciencia dulce. “Somos aproximadamente 500 indígenas aquí. La gente está muy asustada y nadie de la Secretaría de Salud ha venido por estos lados. Creo que estamos muy abandonados”, agrega Iván.
«No sabemos nada de ayudas. Estamos como siempre hemos estado, solo que ahora la pandemia está cada día más cerca»: Israel Fajardo, habitante de La Chorrera.
Israel Fajardo, en La Chorrera, vive una situación parecida. Esta es una de las áreas no municipalizadas que están en el corazón del Amazonas: un viaje a Leticia puede tardar 20 días por el río o dos horas en avión. “Nuestro centro de salud no cuenta con nada, ni siquiera con tapabocas. No sabemos nada de ayudas. Estamos como siempre hemos estado, solo que ahora la pandemia está cada día más cerca”, dice Israel.
La médica Érika Buriticá confirma que no ha recibido ningún elemento de bioseguridad y que no tendría manera de atender a un paciente contagiado de COVID-19 en el Centro de Salud La Chorrera: no hay espacios para el aislamiento, los aparatos médicos están obsoletos y tampoco cuenta con medicamentos. Los múltiples oficios que los centros de salud han enviado a Leticia no han tenido respuesta.
Antonio, el abuelo
En medio de los pronunciamientos de las comunidades indígenas del Amazonas para lograr la atención del Gobierno, ocurrió algo que prendió algunos focos. Antonio Bolívar, el sabedor huitoto que protagonizó la película El abrazo de la serpiente, murió el pasado 30 de abril en Leticia con síntomas de coronavirus. Su historia, cuenta Nelly Kuiru, fue la de casi todos los mayores indígenas que llegan a la ciudad buscando atención médica de emergencia.
“El abuelo estuvo casi cuatro horas dando vueltas antes de que lo pudieran recibir en el hospital. No había camas, no había ventiladores. Él tenía problemas cardiorrespiratorios”, afirma la comisionada. Como sucede con muchos otros indígenas que mueren en Leticia, Bolívar no pudo regresar a comunidad. Pasó del hospital al cementerio.
“No hay indígena mayor que se enferme, vaya a la ciudad y regrese vivo. Las comunidades están a la deriva. Este virus destapa la situación de abandono total en la que se encuentra el departamento del Amazonas”, asegura Kuiru.
Algunas cifras:
- 12 muertos ha habido en Leticia por coronavirus hasta el 4 de mayo, según el Ministerio de Salud
- 426 casos probables de coronavirus tiene el Amazonas hasta el 3 de mayo, según la Secretaría de Salud departamental.
- 20 comunidades indígenas viven en el Trapecio Amazónico.
- 9 áreas no municipalizadas tiene el departamento.
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