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Descontaminar el río Bogotá, ¿misión imposible?

La necesidad de descontaminar el río Bogotá es ampliamente reconocida, pero la presión ambiental y la falta de control están haciendo mella.

La labor de descontaminación del río Bogotá está cada vez más retrasada. Las obras en las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Salitre y Canoas han tenido serios retrasos y dificultades técnicas, en especial en la segunda. Además de estos fallos, el crecimiento desbordado de la ciudad y la región causan aún más presión ambiental a un río moribundo.

La situación, sobre todo, ha causado gran preocupación por el incumplimiento de la sentencia del Consejo de Estado que ordena descontaminar el río Bogotá. «Estas determinantes ambientales se deben tener en cuenta en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) de cada municipio y en el Plan de desarrollo departamental con una visión regional», dijo la magistrada Nelly Villamizar, encargada del seguimiento de la sentencia.

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Bajo esta sentencia se intentó revivir el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que había presentado Enrique Peñalosa, pero esta decisión no fue aceptada. Aún así, la sentencia está encima de un delicado proceso en el que los retrasos han causado, incluso, serios detrimentos fiscales. Un informe de la Contraloría de Bogotá encontró hallazgos de más de 320 mil millones de pesos en obras de descontaminación. La gran mayoría están inmersos en la construcción de la PTAR Canoas.

En medio de una audiencia con el gobernador de Cundinamarca, el director de la CAR y los 46 alcaldes de los municipios en la cuenca del río, Villamizar reveló lo que se ha hecho en este sentido. Aunque municipios como Madrid y Funza ya cuentan con sus PTAR, la situación no es para nada sencilla. Y se necesita un tabajo más destacado

El río estancado

Los niveles de contaminación en las cuencas media y baja del río Bogotá se mantienen estables. Esta es una señal, curiosamente, positiva: la población de la Sabana de Bogotá ha aumentado en más de un millón de personas en los últimos 15 años, pero los niveles fisicoquímicos no han empeorado aún más.

Esto indica que los trabajos de descontaminación del río Bogotá en sectores como las curtiembres de Villapinzón y San Benito (Tunjuelito), así como la PTAR Salitre y las de los municipios vecinos, han funcionado. Aún así, los indicadores fisicoquímicos mantienen un río en malas condiciones, con el agravante de que la presión hidráulica afecta cada vez más personas y cultivos en la cuenca media y baja.

Otro agravante de la situación en la cuenca es la permisividad que se ha visto, por ejemplo, con vertimientos. Entre 2014 y 2018, según la Contraloría Distrital, se registraron 804 solicitudes de vertimiento de desechos industriales al río. 645 permisos, el 80%, fue otorgado, pero aún así 485 fueron ejecutados de manera irregular, y la CAR solo recaudó en esos cuatro años 2446 millones de pesos, el 13% del objetivo.

En Bogotá la situación no mejora. Los principales afluentes del río en el Distrito Capital, como lo son los ríos Juan Amarillo – Arzobispo, Fucha y Tunjuelo han perdido su calidad hídrica. Aunque la CAR ha tratado de mejorar, sobre todo, las acciones en el río Tunjuelo, la Contraloría determinó que » las acciones implementadas para mitigar y restablecer los atributos a estos afluentes carecen de oportunidad, eficiencia y efectividad».

Acciones de control

Entre tanto, la CAR ha trabajado para asegurar el caudal del río Bogotá y evitar inundaciones en zonas como Cajicá, Chía, Kennedy y Soacha. Más de 6 millones de metros cuadrados han sido comprados para generar terrenos de inundación controlada. Así mismo, se ha adelantado el dragado de zonas críticas y la limpieza de más de 9 millones de toneladas de sedimentos y basura.

También ha trabajado el Acueducto de Bogotá, buscando disminuir al mínimo la mezcla de aguas lluvia y aguas negras. Todo esto para poder alistar el alcantarillado previamente a la construcción y puesta en funcionamiento de las PTAR Salitre y Canoas.

Mientras la planta del norte de Bogotá se encuentra ya adelantada y con fecha de inaguración de 2021, los recursos para la planta Canoas fueron asegurados y se espera iniciar el tratamiento en 2026. Aún así, esta obra de más de 4.5 billones de pesos tiene más de 10 años de retraso, inmersa en los escándalos del Cartel de la Contratación y Odebrecht con obras como el interceptador y la separación de aguas negras.

La PTAR Canoas es la más importante para descontaminar el río Bogotá, dado que limpiará el 70% de las aguas negras de Bogotá y el 100% de las de Soacha. Pero también es importante el tratamiento de las aguas de municipios aledaños. Funza, Tabio, El Rosal, Tocancipá  y Madrid ya tienen sus PTAR entregadas o en funcionamiento. Otras plantas como Chía, Zipaquirá, Mosquera y Cota están en construcción.

Mientras tanto, la carrera contra el tiempo es cada vez más delicada. El río Bogotá lleva más de 100 años contaminado, convirtiendo antiguos atractivos como el Salto del Tequendama y el embalse del Muña en fosas sépticas. Y las acciones no solo dependen de grandes medidas, sino de ideas propias tan sencillas como no botar basura a las alcantarillas ni aceite por los drenajes.

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