En alerta se encuentran las autoridades por dos casos de mujeres que murieron en el quirófano, en medio de cirugías estéticas.
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El primer caso fue el de Ana Carvajal que se practicó una liposucción en febrero de 2019 en Armenia, con el doctor Rodrigo Urazán.
La ingeniera decidió que se operaría con ese doctor, porque un familiar lo recomendó, pero las cosas se complicaron luego en el postoperatorio, en donde soltaba mucha sangre y nadie le puso cuidado, según lo que denunciaron sus familiares a El Tiempo.
“Tras la cirugía la llevaron a una habitación, pero no tenía monitoreo de ningún tipo, solo había una enfermera medio pendiente; nosotros insistimos mucho en que ella estaba sangrando en cantidades, pero nos dijeron que era normal, pero ella no se veía bien. A ella le dio salida una enfermera porque los médicos no estaban, hasta se desmayó en la salida de la clínica, pero ellos no hicieron nada”, aseguró Angélica Carvajal, hermana de Ana, al medio de comunicación.
La mujer murió la misma noche, luego de desvanecerse. . “El médico de turno en urgencias me dijo que sufrió un paro cardiorrespiratorio, producto de un choque hipovolémico por falta de sangre”.
Aunque los familiares han pedido que se investigue el tema, por unas irregularidades, las cosas siguen ahí, en stand by.
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El otro caso es el de una dragoneante del Inpec, operada por el mismo médico, y que también falleció tras una intervención con el polémico cirujano.
Marcela Mendoza, de 40 años, dejó tres hijo huérfanos, luego de someterse a la cirugía con Urazán.
“Le dio un paro respiratorio y falleció. Nadie hace nada con ese hombre, y esa clínica sigue abierta. Él no es cirujano plástico, él es el que atiende todo el tiempo porque yo fui a las citas con mi esposa, pero ellos disfrazan y dicen que es otro el que opera, pero eso no es cierto”, cuenta Gilberto Marín, esposo de Marcela.
Aún no se hace nada con el doctor, que asegura que él atiende, pero que no opera, lo que causa un vacío jurídico al que las autoridades no le están poniendo cuidado.