El caso de Aída Merlano ha cautivado a los medios latinoamericanos. Su espectacular fuga, sacada de una serie de Netflix, sigue siendo noticia. En esta ocasión, la exrepresentante, fugitiva de la justicia, es tendencia luego de que se conociera sobre su celda en el Buen Pastor.
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Y es que, a pesar de que estaba presa y ella decía vivir un martirio, vivía mejor que millones de colombianos. La celda, que parecía el cuarto de unas jovencitas estrato 4-5 en uno de los mejores barrios de Bogotá, es noticia.
Un televisor de 32 pulgadas, una cama sencilla, pero con cobijas y cubrelechos finos, sumados a lámparas y una cocina, que simula un apartaestudio en un barrio estrato medio alto en Bogotá, impacta a los colombianos.
Y es que Merlano pagaba para tener todos estos beneficios. Y no solo ella los disfrutaba, según noticias uno, la excongresista, invitaba a sus amigas y por eso había más de una cama. Tenían comedor y muebles para la ropa, para tenerla planchada y lista, por si querían estar de fiesta.
“Dos camas y buenos colchones, almohadas de plumas, mesas de noche adornadas con lámparas, mobiliarios para la ropa, una pequeña nevera, bebidas disponibles todo el día, un televisor de pantalla plana y un comedor para ellas tres”, apunta el medio de comunicación
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