“Gracias”, dice uno de los hombres que recibe un periódico de un grupo de jóvenes con camisetas verdes y moradas. “Todos son iguales”, añade luego de alejarse del tumulto. Dos de los voluntarios lo miran con furia, pero la mujer menuda para la que va dirigida la frase la ignora. Con un cartel colgado de su espalda más alto que ella, Claudia López ya presta su atención a otra persona a quien le entrega otro periódico. Uno más del millón de habitantes de Kennedy, la localidad más densamente poblada de Bogotá, y donde muchos creen que ella no es igual a los demás.
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Las recriminaciones no se hacen esperar. Unos le critican su apoyo a Sergio Fajardo, pero son pocos. Otros más le piden que se alíe con Gustavo Petro, Ella recuerda que fue el exalcalde el que decidió romper con la coalición alternativa. Nadie habla de metro subterráneo, de TransMilenio por la Séptima, los temas en los que se ha concentrado el debate. Los problemas aquí son mucho más urgentes.
“Acá nos preguntan por empleo y por los venezolanos”, me dice el exalcalde Lucho Garzón, su jefe de debate. “Nos dicen que la migración venezolana es una crisis muy grave, y que tenemos que hacer algo”.
En esta zona de la ciudad, Lucho es muy querido. Durante su administración pavimentó las calles de Patio Bonito, construyó un jarillón para acabar con las inundaciones del río Bogotá y les dio una mejor cara. Los vecinos del barrio lo saludan y lo abrazan, mientras llega Claudia.
La habíamos estado esperando en Castilla, frente a la antigua fábrica de Bavaria, donde María Fernanda Rojas lidera la campaña para impedir que se urbanice el predio. Solo llega hasta el mediodía, pues tenía una cita médica.
Como si tuviera que reponer el tiempo perdido, Claudia López se mueve a toda velocidad. Saluda a los peatones, escucha a los vecinos, reparte periódicos, controvierte a los vendedores ambulantes, recibe besos de habitantes de calle.
“Mire el tema del metro”, me dice Claudia después, mientras almuerza en un reconocido piqueteadero con 25 voluntarios que la han acompañado y la seguirán por su recorrido. “Aquí la gente me dice que de nada sirve tener metro si no pueden salir a la calle porque los roban. Esto también tenemos que atenderlo”, reflexiona. Delante suyo, la costilla, la papa criolla y la rellena brillan como lo hacen en la Boyacá nativa de sus padres.
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Veinte localidades a Liévano
Para Claudia López, el camino para convertirse en la primera alcaldesa elegida por voto popular en Bogotá ha sido muy revirado. Su madre, María del Carmen Hernández, fue docente y lideresa sindical. Su padre se separó de ella en su niñez, pero siempre estuvo presente en su educación.
Fue, como estudiante, una de las creadoras de la Séptima Papeleta que desembocó en la Constitución de 1991. Se convirtió en una de las investigadoras más acuciosas del conflicto armado, en una congresista rabiosamente independiente y en una candidata vicepresdiencial junto a Sergio Fajardo. Todo esto lo recuerda un joven con megáfono que va por delante del grupo, acompañado de motos de Policía y agentes de la UNP.
Pero el sueño de su vida ha sido combatir la corrupción en todas sus formas. La Consulta Anticorrupción que promovió hace un año al final quedó en nada, y algunos le critican que haya sido una plataforma para lanzarse a la Alcaldía. Claudia no dice nada, pero un leve cambio en su expresión muestra que esos comentarios le duelen.
“A la corrupción se la combate haciendo que los bogotanos y los colombianos voten libremente”, me dice. Esto no solo implica la educación, sino obras, empleo y seguridad. Para Claudia, es tan importante el metro como evitar que el barrio El Amparo, entre Patio Bonito y Corabastos, se convierta en una olla.
Ambos son elementos que podrían conducir a los bogotanos a la corrupción si no son hechos bien, sostiene Claudia. Por esto entra al barrio acompañada de un líder local y un joven candidato a edil apoyado por el aspirante verde al Concejo, Francisco Castañeda.
Comparsas y megáfonos
Los líderes sociales la observan constantemente, la buscan y recorren muchas calles con ella. Uno de sus compromisos de campaña es el de recorrer las 20 localidades. De hecho empezó en Sumapaz, en la zona rural de la metrópoli.
En El Amparo, graba con tranquilidad un video publicitario mientras los que la rodean nos preocupamos por su seguridad. Pero a ella no le importa: es más urgente mostrar esa dura realidad a pocos pasos de Corabastos.
De vez en cuando la conversación se interrumpe por una comparsa, que llama la atención de los habitantes del barrio. El ambiente de festival choca con el aspecto de las calles destapadas, las fachadas en cemento o ladrillo expuestos, los pequeños talleres mecánicos o de carpintería y las bodegas de reciclaje. El ambiente se parece al de Engativá, donde nació y creció, y al de Ciudad Bolívar, donde su madre fue profesora; tal vez por eso se siente a sus anchas.
Según encuestas, Claudia López tiene una ventaja desde el inicio de la campaña. Su nombre, su apariencia, su carácter y su negativa a permitir que alguien opaque sus logros son ya famosos. En Kennedy muchos la reconocen, así sea para mostrar su desagrado desde un bus. Pero ella sabe que necesita llevar sus ideas a toda la ciudad. Y recorrer la calle es algo que la anima a seguir en campaña desde hace casi tres años, cuando anunció a PUBLIMETRO su aspiración a las elecciones presidenciales de 2018.
“A mí me encanta hacer campaña”, me dice entre sorbos de agua. “Sentir el cariño de la gente, caminar, escuchar, es algo que me motiva mucho. Esta es la verdadera encuesta, más allá de lo que digan las encuestadoras”. Por el contrario, dice detestar los debates, por lo que ha ido a muy pocos.
Ritmo de campaña de Claudia López
El ritmo de campaña de Claudia ha hecho que los voluntarios se releven. La comparsa que iba por El Amparo y Villa Nelly ya no está, pues venía con los candidatos de Castañeda. Tampoco están las bicicletas verdes que esperaban en Castilla para escoltarla a Patio Bonito.
Ahora, hacia Roma y el Hospital Kennedy, va una arenga de voluntarios acompañada de los concejales Celio Nieves y Manuel Sarmiento, digna de una marcha sindical. Las camisetas verdes han sido reemplazadas por chaquetas amarillas. Y todavía le espera un recorrido por el sector de Plaza de las Américas y por Corferias.
Todos estos apoyos ponen a Claudia en una posición destacada. En Kennedy no se sienten los ataques de las redes sociales en los que se le trata de “peñalosista”, “vendida” o incluso de “uribista infiltrada”.
Claudia López cuenta con el entusiasmo de una campaña fuerte de la Alianza Verde, potenciada por Activistas y el Polo. Pero para movilizar a Bogotá, su torbellino seguirá recorriendo las calles de la ciudad, tratando de darle impulso a su aspiración de ser la primera alcaldesa elegida en la capital del país.