En 2018, Olga Rocío Guarín y su esposo recibieron una noticia de su pequeño hijo que les cambiaría la vida.
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A la corta edad de seis años, Diego Alejandro confesó a su padre que se sentía niña. “Diego se murió, papá, Diego se fue de viaje”, fueron las palabras con las que Luna confesó a su progenitor no querer seguir siendo tratada como un niño, en aquel 21 de julio de ese año.
La confesión de la pequeña generó diferentes reacciones por parte de su familia. Olga, madre de la pequeña, confiesa que aunque desde que nació le notó ademanes femeninos y gustos por vestimenta y objetos de su hermana, fue desde entonces que comprendió el cambio que llegaba a su vida.
Para ese cumpleaños, la pequeña Luna pidió que le fuera celebrado su cumpleaños como una niña y así fue: sus padres le regalaron un vestido y le decoraron la fiesta con temática de princesa. La sorpresa fue para sus demás familiares y amigos, ya que al recibir la invitación les pedían llevar a la fiesta regalos de niña, sin dar ningún otro detalle.
Con la confesión, los padres de la pequeña se sintieron consternados. Por esa razón, y sumado el hecho de no saber exactamente lo que ocurría, acudieron al personal médico para entender la situación; fueron ellos quienes finalmente concluyeron el “trastorno de identidad de género de Diego”.
Desde entonces, el mundo ha conocido a Luna Alejandra -nombre escogido por la pequeña tras su fanatismo por la telenovela infantil ‘Soy Luna’- una niña muy vivaz que no se queda quieta, que le gusta el baile, la música y pasar el tiempo con su prima y hermano.
El apoyo de sus padres y familiares ha sido de gran importancia desde que Luna dio inicio a su transición. Además, ellos y el resto de sus seres queridos han estado en un constante aprendizaje de lo qué es ser transgénero y lo que esto trae consigo. Luna se ha convertido en centro de unión para su familia. Y, aunque ella ha recibido mucho amor, también ha sufrido de discriminación en su primer colegio, según relata su mamá, Olga Lucía.
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“Me ha tocado aprender a escuchar y a ser más tolerante con las opiniones de la gente”, explica. Olga también lidera el grupo de padres de la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a Personas Transgénero (Gaat). Allí comparte su experiencia de vida y el aprendizaje que ha tenido desde la confesión de su pequeña hija.
Y, aunque Luna ha sido acompañada en su proceso por sus padres, familiares y amigos, lo cierto es que ha sido victima de discriminación. En su primer colegio sufrió un grave caso de exclusión: allí le exigían ‘comportarse como niño’ a menos que sus padres demostraran “médicamente su trastorno de género”. Fue tanta la presión de las directivas, que la pequeña y sus hermanos tuvieron que ser cambiados de colegio con el apoyo de autoridades distritales.
Olga comenta que fue duro el proceso por el que tuvieron que pasar para cambiarse y acoplarse a un nuevo colegio, pero esto, a la final, ha sido la mejor decisión. Los directivos, profesores y compañeros de clase han demostrado gran apoyo ante la transición de Luna.
“Antes de pensar mal de una persona, uno primero tiene que conocerla bien para opinar de ella”. Este es el mensaje que envía Valeria, prima de Luna. Este se lo da todas las personas que critican o señalan a la comunidad Lgbt+.
Lo cierto es que han sido más las personas que apoyan y ayudan a esta pequeña en su proceso de transición. Sus hermanos, primos y amigos demuestran constantemente el gran amor que sienten por ese ser único llamado Luna.