Kaleb Klakulak tiene 12 años y en las últimas semanas se le vio frecuentemente visitando las casas de las personas que viven en su barrio en Michigan.
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El niño barría hojas de los jardines y recolectaba botellas para juntar dinero. Sin embargo, no quería la plata para comprarse el juguete de moda, sino que su sudor tenía como fin un particular regalo: quería adquirir una lápida para la tumba de su mejor amigo.
En mayo de este año, Kenneth “K.J.” Gross murió debido a una insuficiencia cardíaca y luego de recibir por años quimioterapia para combatir la leucemia, indica The Detroit News.
El niño fue sepultado en el cementerio Elmwood de Detroit, pero su familia no tenía dinero para pagar una lápida
Kaleb decidió que la mejor manera de recordar a su amigo y darle una pequeña alegría a su mamá tras el deceso era comprarla, y quería hacerlo antes de navidad.
“Yo quería que la gente pudiera encontrar la tumba de K.J. cuando fueran a verlo”, dijo el niño.
Además de su trabajo, y con la ayuda de su madre, comenzaron a pedir donaciones vía
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Kristy Hall, la madre de Kaleb, dijo que decidió apoyar a su hijo porque toda esta campaña le iba a servir para curar sus heridas, al igual que a la madre de K.J.
Cuando su idea se viralizó, lo que parecía muy difícil se logró de manera más que rápida y en sólo 13 días consiguieron el dinero. Eso sí, decidieron mantener la cuenta abierta y lo que se recaude se ocupará para ayudar a la familia de K.J. por todas las dificultades financieras que están pasando.
