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La monja colombiana que fue asesinada por una tribu indígena en el Amazonas

La muerte del misionero John Allen Chau, asesinado por una tribu aislada en la India, recuerda la historia de una monja colombiana que sufrió la misma suerte.

El pasado 16 de noviembre, el misionero estadounidense John Allen Chau murió por la acción de las flechas de una tribu aislada en la India. El caso de Chau no es el primero de un evangelizador que muere atacado por los aborígenes. Ya le ocurrió a una monja colombiana, muy cerca de nuestro territorio, en las selvas del Amazonas ecuatoriano.

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La monja se llamaba Inés Arango, y su historia fue recordada por el diario El Tiempo. Desde los 17 años había abrazado los hábitos de los capuchinos en su nativa Medellín. Se dedicó a enseñar en escuelas del Tolima, Córdoba y Antioquia. En 1977, se abrió una misión en el pueblo ecuatoriano de Francisco de Orellana. Allí, la hermana marchó para evangelizar a las comunidades indígenas, y educar a los colonos.

Allí, primero evangelizó a la comunidad huaorani. Aprendiendo con esta comunidad, conoció a la etnia tagaeri, mucho más peligrosa. Arango convenció al padre Alejandro Labaka para que la acompañara. Con un helicóptero llegaron a un lugar donde tenían regalos para los nativos. Pero estos, que habían tenido enfrentamientos con hombres blancos que trabajaban para empresas petroleras, no los recibieron bien.

En la mañana del 21 de julio de 1987, el helicóptero que los iba a recoger no encontró a los religiosos. Una nueva revisión encontró sus cuerpos, atravesados con lanzas. La monja colombiana terminó con el corazón afuera de su cuerpo, atravesado en la punta de una lanza. El sacerdote tuvo más de 80 heridas. El funeral, el 24 de julio, conmovió al pueblo.

El recuerdo de la monja colombiana todavía conmueve a la población de Francisco de Orellana. Una escuela y una parroquia del pueblo tienen su nombre. La hermana de Inés Arango, Cecilia, también monja capuchina, conservó durante años una de las lanzas. Incluso, se adelanta ya el proceso para canonizarla.

Entre tanto, los indígenas tagaeri todavía existen en lo profundo de la selva ecuatoriana. Los huaroani, que Arango y Labaka consiguieron educar y evangelizar, han ayudado para tratar de ubicarlos. Pero, amenazados por la explotación petrolera, estas y muchas otras tribus están al borde de desaparecer.

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