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La paz vista desde las víctimas

Lideresas sociales hablaron sobre la implementación del acuerdo de paz desde sus territorios.

A dos años de la firma del acuerdo de paz las mujeres realizaron un balance de cómo va su implementación y cómo han cambiado los territorios del sur del país desde que la extinta guerrilla de las Farc salió de esta zona y se empezaron a construir nuevos procesos de liderazgo femenino.

Con la participación de María Eugenia Ramírez, vocera de la organización Cumbre de Mujeres y Paz, y de Tatiana Aguilera, representante de la Misión de Observación de las Naciones Unidas para Colombia, se abrió el segundo panel de Mujeres en Defensa de la Paz, realizado en el marco de la campaña ¡A defender la Paz!, una iniciativa de la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz y la Unión Europea en colaboración con Publimetro.

En él se plantearon varios interrogantes alrededor del acceso de las mujeres a las garantías que les fueron entregadas en los acuerdos de paz y los retos que se vienen en cuanto a la implementación desde los territorios.

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“Es claro que hay avances, pero hay vacíos reales que el Estado no ha alcanzado a cubrir para garantizar el objetivo del acuerdo”, dijo la representante de la Misión de la ONU.

Por ejemplo, una de las preocupaciones latentes desde los territorios son las faltas de garantías de seguridad para quienes defienden la paz.

“Hay gran preocupación por el repunte en el asesinato de líderes y lideresas. Sabemos que las cifras son diferentes, pero es claro que hay una tendencia a que se dupliquen los asesinatos de lideresas en los últimos dos años. Hay que tener en cuenta que para que una mujer llegue a un liderazgo debe pasar más retos que un hombre porque hay más barreras estructurales que implican que tiene que estar más formada, más capacitada. Entonces, el costo de la pérdida de la vida de una lideresa es un costo muy alto para la sociedad y es una tendencia que va que aumento”, agregó.

Pese a estas amenazas y ataques, mujeres líderes sociales trabajan desde los territorios haciendo pedagogía de los acuerdos de paz y usando lo pactado en La Habana como una herramienta de construcción.

Ana Julia Bernal (de Putumayo), Martha Solarte (de Nariño) y Yeni Paola Sarria (de Caquetá), son las tres lideresas que contaron su labor titánica en defensa de la paz desde que iniciaron las conversaciones en La Habana.

«Es desde los territorios más alejados donde hemos puesto las cuotas más grandes para la guerra que ha habido en Colombia. Entonces, ¿por qué no apostarle a una nueva oportunidad?”, dijo Paola Sarria, lideresa social de Caquetá hablando sobre la convicción que tienen de que el diálogo y el perdón es el único camino para alcanzar la paz.

Para estas mujeres, una de las cosas más difíciles que enfrentan en el proceso diario es el desconocimiento que hay desde el centro del país por las cosas que ocurren en las periferias, donde más se vive el conflicto. «Queremos que todas las mujeres se ubiquen en los cuerpos de nosotras y sientan ese dolor que aún muchas mujeres llevan y que no nos miren por encima del hombro, y más bien nos admiren por nuestra berraquera», manifestó Ana Julia Bernal, lideresa de Putumayo.

“Lo que nos ha hecho a nosotras llegar hasta aquí es la necesidad de reivindicar nuestros derechos”, dijo Martha Solarte, en representación del departamento de Nariño, quien contó cómo las mujeres víctimas del conflicto han ido luchando por sus derechos, especialmente desde 1985, cuando la ley las reconoció como víctimas.

Según Solarte, fue en el 2013 cuando se les presentó la oportunidad de empezar a hacer propuestas de paz. “Nariño siempre ha sido un departamento que le ha apostado a la paz, pese a ser actualmente uno de los más golpeados por la violencia. Por eso creamos una agenda de paz para presentar propuestas y fue desde esas organizaciones de víctimas que propusimos que las víctimas tuviéramos una representación en el Congreso así como las Farc la tendría. De ahí salieron las 16 circunscripciones”, recordó.

Después de ser incluidas en varios puntos del acuerdo de paz y de lograr en el foque diferencial de género, estas mujeres siguen en la lucha diaria de hacerle veeduría a la implementación de los acuerdos, como la creación de los Planes de Desarrollo Territorial (PDTS) y el avance del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS).

Pero reconocen, a excepción de la compleja situación de seguridad que se vive en Nariño, que en el sur del país ha empezado a notarse el cambio.

«En Caquetá ya hemos empezado a ver el cambio. Se ve en la plazas porque ya encontramos otros tipos de alimentos que antes no se cultivaban en la región”, dijo Paola Sarria.

En Putumayo, por ejemplo, Ana Julia aseguró que desde que se declaró el cese al fuego las mujeres volvieron a salir a las calles sin temor de bombas o disparos. “Hemos visto más seguridad y por eso ahora se ven más turistas, sobre todo haciendo avistamiento de aves», señaló.

Ellas confían en que este gobierno no desvíe o retrase lo que ya se ha alcanzado en las regiones y que, por el contrario, refuerce los proyectos sociales que se desarrollan allí y que tanto benefician a las mujeres colombianas.

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