Recientemente los delincuentes idearon una forma muy novedosa y efectiva para averiguar la clave que se ingresa en un cajero electrónico. Esta modalidad de robo sería muy efectiva por su alto grado de discreción.
La razón es que la víctima podría no darse por enterada de que alguien estaría robando su clave. Puede que ni siquiera llegue a ver la cara del ladrón.
¿Cómo sucede?
Los amigos de lo ajeno están comprando cámaras termográficas que se pueden usar como un iPhone. Hay dos versiones: una que se conecta al celular, y otra que se hace pasar perfectamente como una carcasa común y corriente.
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Cuando la víctima entra al cajero, no tiene forma de saber qué es lo que va a pasar. Se dedica a lo suyo: ingresa su clave, retira el dinero, y se va del lugar.
En ese momento es cuando el ladrón actúa. Él entra al cajero simulando que va a hacer una transacción, pero en realidad saca la cámara termográfica.
Cuando toma una fotografía, logra ver el rastro de calor que dejaron los dedos de la víctima sobre el teclado del cajero. Para él es fácil saber el orden: los puntos más calientes fueron los últimos números. Al igual, los puntos con menos calor fueron tecleados primero.
Las cámaras se conocen con el nombre de Flir One. Se pueden conseguir fácilmente a un valor de un millón de pesos.
Para contrarrestar esta modalidad de robo se podría tocar (sin presionar) teclas no correspondientes a la clave para así dejar un rastro de calor que confunda al delincuente. Otra posibilidad es digitar los números con otros objetos como llaves.
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