Miles de personas salieron a las calles de Edimburgo, Escocia, en el segundo día de protestas en Reino Unido por la visita del presidente de Estados Unidos Donald Trump a este país.
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En Edimburgo los manifestantes caminaron desde el parlamento escocés en un «carnaval de resistencia» mientras el presidente jugaba a golf en su complejo turístico de Turnberry, en la costa de Ayrshire.
Trump está en Escocia con su esposa y familia en una visita privada tras reunirse con la primera ministra Theresa May el viernes y la reina Isabel II, en medio de grandes manifestaciones en Londres.
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El lunes, el presidente estadounidense continuará su agenda en Helsinki, donde está previsto que se reúna con Vladimir Putin.
El viaje de mandatario estuvo marcado por la polémica desde el primer día, tras una controvertida entrevista que ofreció al tabloide The Sun en la que criticó la posición de May frente al Brexit y advirtió que un «brexit blando» impediría un acuerdo comercial con Estados Unidos.
Tras su reunión con May, no obstante, Trump reculó y alabó la labor de May, así como la estrecha relación entre ambos países.
También aseguró que habría acuerdo comercial entre EE.UU. y Reino Unido.
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Golf versus parapente
Trump, cuya madre era escocesa, pasará el fin de semana en el hotel que compró en 2014 antes de partir el domingo hacia Finlandia donde se encontrará con el líder ruso, Vladimir Putin, el lunes.
Un fuerte dispositivo de seguridad se estableció para asegurar el perímetro mientras Trump comenzaba su juego de golf.
El presidente fue abucheado por manifestantes reunidos en los alrededores del enclave e incluso se pudo ver cómo un parapente sobrevoló el complejo con un cartel crítico con su gobierno.
Al parecer, el parapente, que voló justo cuando Trump entraba al complejo el viernes en la noche, violó una zona de exclusión aérea sobre el hotel y se cree que pertenecía a la organización Greenpeace.
También se pudieron ver protestas en el corazón de Glasglow, en la plaza George Square.
Trump ha manifestado en diversas ocasiones su amor por Escocia y su gente, y ha visitado en numerosas ocasiones el país, pero esta es su primera visita como el líder de la Casa Blanca.
El evento en Escocia se produce un día después de que decenas de miles de personas -según los organizadores, 250.000- protestaran en Londres contra la visita del presidente.
Pese a que las protestas se desarrollaron de forma pacífica y no interrumpieron la agenda del mandatario, el ministro de Comercio Internacional Liam Fox señaló a la BBC que los organizadores de las manifestaciones eran «una vergüenza para sí mismos».
En su opinión, las enormes protestas en Londres y otras ciudades «no reflejan los buenos modales y la hospitalidad genuina de los británicos».
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