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IMÁGENES IMPACTANTES. El día después del desastre todo luce devastador

Los rescatistas se movilizan entre la desolación por las casas destruidas y plantaciones completamente calcinadas por la furia que desató el volcán, de 3,763 metros de altura y a 35 kilómetros al suroeste de la capital.

En el corazón de la tragedia, las escenas son catastróficas. Un periodista de la AFP observó al menos tres cuerpos calcinados entre los escombros el caserío San Miguel Los Lotes, vecino de la golpeada aldea El Rodeo, donde socorristas, soldados y policías buscaban personas vivas.

Gallinas, patos y perros muertos también yacían entre el lodo y ceniza, mucha aún humeante, mientras que otros animales domésticos estaban abandonados a su suerte.

«No me quería ir sino regresar y no puede hacer nada para salvar a mi familia», dice a la AFP entre lágrimas Eufemia García, de 48 años, quien busca a tres hijos, su mamá, sobrinos y hermanos.

García, vecina de Los Lotes comentó que se salvó porque su esposo la sacó del lugar.

«El volcán ha hecho erupción, pero nunca de ésta manera», comenta Gustavo Larios, un albañil de 27 años que junto a varios vecinos y con pañuelo en el rostro recorre las calles y pasadillos del caserío en busca de familiares y amigos desaparecidos.

El secretario de la Conred, Sergio Cabañas, indicó que los fallecidos quedaron atrapados en el material caliente que descendió del volcán.

 

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