¿Qué dejó este año de posconflicto para los afro?
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En 2017 inició el proceso de reivindicación de derechos de las comunidades negras que están asentadas en los territorios que fueron escenarios de la guerra; las zonas del Pacífico, el Atlántico, Bolívar y La Guajira. No se puede desconocer que cerca de una cuarta parte de las víctimas del país son de comunidades negras. Esto ha implicado que la recuperación de los territorios, que ha hecho el Gobierno, vaya dirigida a las comunidades afro, que están asentadas en zonas que eran de guerra.
Esto ha hecho que exista un avance en diferentes temas como la economía, los procesos productivos y la creación de oportunidades desde la recuperación del territorio.
Es inevitable no hablar de las muertes de líderes sociales, ¿qué dice el Gobierno sobre esto?
Siempre han existido los asesinatos a líderes. No como ahora que se registra uno por territorio… Antes no mataban a unos, mataban a cientos y a nadie le importaba. El proceso de paz ha sido tan importante que hoy la vida de un solo líder social hace que el país reclame y que se conmocione por eso, pero es por la apertura de territorios. Antes los medios no contaban lo que pasaba, hoy es importante porque estamos mejor.
La vida de los líderes sociales adquiere cada vez más relevancia en la medida en la que el Estado los involucra de una manera más directa en las políticas públicas.
¿En qué se ha trabajado para fortalecer estas comunidades?
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Lo más importante es la inclusión. Hoy sí podemos hablar de inclusión. El Gobierno tiene que consultar las decisiones a las comunidades, todas las reformas que incidan en el desarrollo de las negritudes o de los afro, o de los raizales y palenqueros, deben ser consultadas. Esto marca un hito, pues las comunidades ya pueden hablar y tener voz propia.
Hemos desarrollado mecanismos para la participación de las comunidades en el ámbito público, educativo y en las Fuerzas armadas. El Gobierno trabaja en un factor diferenciado para la participación de las comunidades en el programa Ser Pilo Paga. Hemos intervenido en la academia para que exista la oportunidad de ingreso diferenciada.
¿Cómo van las cosas en las ciudades?
Lo primero que voy a aclarar es que comunidades negras siempre ha habido en ciudades como Bogotá y Medellín, entre otras. Las grandes urbes se fundaron con las manos callosas de hombres y mujeres negras en situación de sometimiento. Dejando claro esto, para no ahondar en el imaginario colectivo de que en las ciudades no había afros y que llegaron desplazados, podemos hablar de que de las 500.000 víctimas, 10% pertenecen a comunidades afro. Estas personas, desplazadas por al violencia, llegan a asentamientos urbanos pobres. Hay mucha gente en Kennedy, en Ciudad Bolívar, en Altos de Cazucá. Esta gente vive una situación complicada, pero también existe otra parte, que son los jóvenes que están estudiando, que están entrando en las políticas públicas y decidiendo.
¿Cómo le sentó a estas comunidades la no aprobación de las circunscripciones especiales para la paz?
Bueno. Fue muy duro. Muchos, muchísimos me llamaron a quejarse. ‘¿Cómo así, señor director? Les dan curules a los victimarios, pero a nosotros, que somos los afectados por la guerra y que queremos hablar y tener voz para una reparación nos quedamos sin nada”, me decían. Fue un golpe muy duro, pero desde el ministerio se están haciendo muchas cosas. La decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca es muy importante porque revive un proyecto que es muy importante, no solo para las negritudes, sino para el resto de las víctimas.
¿Qué se está haciendo con los raizales?
Las comunidades raizales, que viven en la isla de San Andrés y Santa Catalina, han manifestado una preocupación por varias cosas que están pasando en su territorio. En la actualidad, son 100.000 los habitantes de la isla y solo 38% es de origen raizal. La sobrepoblación es una de las cosas qué más los tiene preocupados y en este punto, estamos generando procesos de articulación con el Gobierno para crear estrategias para cuidar la isla, porque si este fenómeno persiste, puede acarrear problemas sociales y ambientales en el lugar, que es su esencia.
¿Cómo van los procesos de visibilización?
Creamos la campaña #ReconocimientoAfro, por la que estamos avanzando en un proceso de visibilización efectiva de los personajes, líderes, organizaciones que promueven el bienestar de los afro. Se nos han unido entidades como la Dimayor, que nos han abierto espacios, universidades, y muchas espacios más que promueven el reconocimiento de esta minoría.
¿Qué espera de lo que viene?
Yo estoy muy optimista con respecto a lo que viene de parte de este proceso. Las cosas han mejorado mucho. Hoy, el grueso de nuestra población se puede movilizar por el territorio. Nunca ha existido un Gobierno al que le interesen tanto las víctimas y las minorías. Se ha creado una campaña de reconocimiento afro, para que la política étnica diferencial se conozca y darle reconocimiento a organizaciones, a actores, a víctimas y a todos en general. Falta mucho, pero vamos por buen camino. Hoy podemos hablar de verdadera inclusión.