“Aprovechando que iba en la parte trasera del vehículo y después de conversar todo el camino con el conductor, de un momento a otro lo sujetaba por la garganta y lo asfixiaba hasta hacerle perder el conocimiento”, (Semana).
PUBLICIDAD
Con este escalofriante relato, Luis Gregorio Ramírez confesó a las autoridades de Valledupar una parte sobre cómo se convirtió en el terror del César, La Guajira, Magdalena, Santander y Norte de Santander.
El mecánico cometió más de 60 asesinatos, según confesó, aunque solo 23 de los cuerpos fueron encontrados por las autoridades. A lo largo de cinco años, Ramírez se ganaba la confianza de sus clientes mototaxistas antes de torturarlas.
Como factor común, el asesino solo seleccionaba hombres que no superaran los 30 años de edad, ni los 60 kilos de peso. Además, la estatura de las víctimas no era superior al 1’70.
“Una soga alrededor del cuello iba hasta los tobillos, con lo cual obligaba a que las piernas quedaran elevadas en un ángulo de 45 grados. Para no ahorcarse, la víctima debía realizar un gran esfuerzo para evitar bajar las piernas, ya que al hacerlo tensionaba la cuerda alrededor del cuello. Con el paso de las horas ya no podían resistir, dejaban caer las piernas y morían lentamente por asfixia”.
Los investigadores que llevaron el caso concluyeron que el asesino serial sentía placer o sensación de poder cada vez que se quedaba con las pertenencias de los muertos. Para él eran como una especie de trofeo, recordando cada crimen que cometió.
Ramírez se encuentra recluido en el pabellón de alta seguridad de Valledupar y fue condenado a 36 años de prisión, pero su condena podría subir a 60 años, una vez se confirmen nuevos asesinatos que están siendo todavía investigados.
PUBLICIDAD
También le puede interesar: