En un trabajo liderado por la Secretaría de Gobierno y la alcaldía local de Kennedy se incautaron cerca de 16 toneladas de carne en malas condiciones, que serían distribuidas en distintas carnicerías de Bogotá.
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La carne de res, cerdo y pollo (cabezas, ojos, patas, vísceras, etcétera) no tenían un tratamiento adecuado, por lo que los productos no eran aptos para el consumo.
Dentro de las fallas en materia de salubridad se encontró que los establecimientos no cumplían con la cadena de frío, pues las carnes deben permanecer a una temperatura de 0 a 4 grados centígrados y aquí alcanzaban hasta los 20.
Asimismo, en los locales había presencia de moho; las vísceras -que posteriormente son utilizadas como insumo para concentrado- permanecían en canecas, canastas plásticas y carros de mercado. La situación era tan grave que había roedores en estos sitios.
Por incumplir con la Ley 232 de 1995, un total de 11 establecimientos fueron sellados de manera definitiva y 10 más fueron notificados sobre su cierre.
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