¿Qué pasa con la consulta liberal y los costos que implicaría hacerla?
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He señalado que estoy abierto a fórmulas, incluida la posibilidad de abaratar la consulta. Pienso que se pueden unir varios puestos en un mismo sitio, y con eso se disminuyen los costos. Además, hay como seis o siete consultas represadas, por ejemplo, la consulta taurina. Entonces, uno podría hacer todas esas consultas y que no sea solo el interés de los liberales, sino el de muchos ciudadanos.
¿Y si no se llega a hacer la consulta?
También he dicho que estoy dispuesto a unir fórmulas en un proceso de consenso. Soy consciente de que la regla de la consulta del 19 de noviembre se decidió en el Congreso Liberal. Algunos precandidatos están sosteniendo que este es el mejor camino y que esto no se podía hacer de manera unilateral, pero estoy abierto a un proceso de reflexión.
¿Esa coalición progresista de la que me cuenta es con Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo?
Pues esa es una de las hipótesis que se han nombrado. No sé si eso sea posible, pero lo que sí creo es que con esas personas que usted menciona tengo afinidad y con ellos coincidimos en varias cosas. Hay que hacer un esfuerzo de agrupar, pero lo más importante es la coalición con la gente, con los ciudadanos, con los estudiantes que salieron a manifestarse después del 2 de octubre de 2016, con los sindicatos y los movimientos sociales. Por eso repito que no solo es un esfuerzo de unir partidos, esto no debe ser un tema mecánico, sino conceptual, porque la alianza progresista es para defender la paz.
¿Cómo le sentaron los ataques de Vargas Lleras?
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Esto pinta muy duro, lleno de insultos y también de aseveraciones falsas. Claramente, eso de meterme en el canasto de la izquierda solo tiene un propósito electoral, pero es algo extraordinariamente inverosímil. Me siento un liberal igualitario, un liberal progresista y no me voy a dejar sacar de ahí.
Tampoco voy a responder esos ataques, siento que eso no tiene mucho sentido. Aspiro a una campaña reflexiva, en la que los colombianos tengan oportunidad de meditar sobre el futuro de Colombia.
Aparte de ser negociador de la paz, ¿qué más le puede ofrecer al país?
Sostengo que el acuerdo tiene discusiones, algunas que son legítimas, otras no tanto, pero dijéramos que eso hace parte del ejercicio democrático. Sin embargo, eso ya existe y, al contrario, lo que ahora afrontamos es una fase distinta: lograr una paz firme que apenas comienza. El tema de la paz va a comprometer la energía del país durante la próxima década o década y media, por eso me parece tan peligroso echar para atrás.
¿Cómo consigo eso? Pues nutriendo la paz con elementos que están más ligados a la vida cotidiana, como el tema de la seguridad. La oportunidad que brinda no estarse ‘echando bala’ con las Farc es robustecer los mecanismos de seguridad en las regiones.
Por ejemplo, el empleo en la naturaleza ha crecido mucho y esa es una fuente enorme de trabajo. Me parece que Colombia puede ser una potencia en turismo natural… Así es que voy trabajando con todos los temas y recogiendo las propuestas que presentaré en noviembre.
¿Cómo ve la negociación con el Eln?
Esa es una negociación muy difícil. Es un proceso en el que el cese al fuego es muy exitoso, ojalá se mantenga. Hay una declaración conjunta del Eln y las Farc sobre su compromiso renovado con la paz, así que confiaría en que logremos redondear esa faena y tener una paz completa.
¿Qué se le responde a los que dicen que están mal implementados los acuerdos?
En efecto, ha habido problemas. Nunca pensamos que esto fuera una tarea sencilla y más, cuando hay un ambiente político tan adverso. Hay ineficacia del Gobierno y problemas políticos en el Congreso, en donde se ha debilitado la mayoría que apoya los desarrollos normativos. Creo que, en medio de tanta discusión, vamos sólidamente en el camino correcto.
Lo que pienso es que hay riesgos, porque existen fuerzas políticas importantes que tienen peso en la opinión y proponen volver trizas o dar un paso atrás.
¿Qué le responde a los que dicen que hizo campaña desde la mesa de negociación con las Farc?
Nunca dije que era candidato. Lo rechacé con vehemencia en el escenario de La Habana. Es realmente inverosímil que estuviera organizando una campaña política desde un proceso de paz por el que nadie daba cinco centavos. ¡Es un chiste! Luego de terminar la misión, notifiqué que había culminado mi proceso y los colombianos me empezaron a agradecer. Además, se me hace una teoría estrambótica el hecho de que el único colombiano que no pueda convertirse en presidente sea yo.
¿Usted es el candidato de la Unidad Nacional y del Gobierno para defender los acuerdos de paz?
No soy el candidato del Gobierno ni de Santos, ni de la Unidad Nacional, ni tengo maquinaria. No hay un solo funcionario en la nómina gubernamental que sea mío. No manejo cuotas ni hojas de vida, ni incurro en actos de clientelismo.
Si no es consulta ¿le suena la encuesta?
Me parece que esta es una discusión importante, pero no tan importante como lo esencial, que es hacia dónde debe marcar el liberalismo. Aspiro a ser el candidato del liberalismo para, primero, liderar un proceso de renovación del Partido Liberal, no para que sea el mismo partido con los mismos vicios del pasado.
En segundo lugar, para preservar una alianza progresista por la paz. Veo la candidatura del Partido Liberal como un escalón para conformar una coalición mucho más grande.