La canciller alemana Angela Merkel obtuvo un cuarto mandato en las elecciones legislativas de ste domingo, una victoria que quedó ensombrecida por el histórico avance de la ultraderecha, en tanto los socialdemócratas advirtieron que no gobernarán de nuevo en coalición con los conservadores.
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Con alrededor del 33% de los votos recabados, la CDU-CSU podría haber registrado el resultado más bajo hasta ahora logrado por Merkel, por detrás del 33,8% obtenido en 2009. Quedó por delante del socialdemócrata Martin Schulz (20-21%), cuyo partido, el SPD, obtuvo su peor resultado desde 1945, según los sondeos a pie de urna realizados por las cadenas de televisión pública ARD y ZDF.
En una primera reacción, la canciller admitió que esperaba un «mejor resultado», y advirtió que la entrada de la ultraderecha en el parlamento plantea un «nuevo desafío».
Merkel tendrá que buscar por cuarta vez uno o varios socios para formar su próximo gobierno, en principio entre los liberales del FDP y los Verdes, pues los socialdemócratas anunciaron que no volverán a gobernar con los conservadores.
«Hemos recibido un mandato claro de los votantes para pasar a la oposición», declaró una de las responsables del SPD, Manuela Schwesig, a la cadena ZDF. «Para nosotros, la gran coalición [con los conservadores] termina hoy», agregó.
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Pero, estos comicios quedaron marcados por el histórico avance de la ultraderecha del AfD, que consiguió alrededor del 13% de los votos, según la misma fuente.
«Vamos a cambiar este país […] Vamos a expulsar a la señora Merkel. Vamos a recuperar nuestro país», lanzó Alexander Gauland, uno de líderes del AfD.
Será la primera vez desde 1945 que un partido revisionista y contrario al islam, a las élites, al euro y a la inmigración entra en la cámara de los diputados alemana.
El AfD quedó por delante de la izquierda radical de Die Linke (9%), de los liberales del FDP (10%) y de los Verdes (9%).
En campaña, la formación llegó a asegurar entre otras cosas que Alemania se ha convertido en «refugio de criminales y terroristas del mundo entero», además de denunciar la «traición» de Merkel, de 63 años, por haber abierto las puertas en 2015 a centenares de miles de demandantes de asilo, en su mayoría musulmanes.
Radicalización
La AfD arañó varios puntos al final de la campaña, a pesar de haber radicalizado su discurso y haberle pedido a los ciudadanos que se sientan orgullosos de lo que hicieron los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Algo nunca visto en un país cuya identidad desde el final de la gran conflagración se ha construido con el arrepentimiento por el nazismo y el rechazo al extremismo.
Justo antes de las elecciones, el ministro de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, consideró que la entrada del AfD en el Bundestag marcaría el retorno de los nazis «por primera vez en más de 70 años».
Además, este ascenso de los nacionalistas y el 9% registrado por Die Linke significaría que casi un cuarto de los votantes se decantó por los extremos. Un fenómeno ya conocido en otras partes de Europa pero que no se había producido en Alemania hasta la fecha.
El gran perdedor de la cita electoral fue, sin duda, el expresidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, que condujo a los socialdemócratas a su cuarta derrota frente a la insumergible canciller y cuyo puesto al frente del partido está en cuestión.
Incapaz de encarnar el cambio, el SPD, que gobierna junto a Merkel desde 2013, no consiguió que su mensaje de justicia social calara en un país en pleno crecimiento económico y con niveles de desempleo históricamente bajos.
Difícil coalición
La CDU-CSU se quedó muy lejos de su objetivo del 40%. Este resultado, junto con el auge del AfD, prometen complicarle las negociaciones a Angela Merkel para formar una mayoría.
La opción más simple habría sido formar de nuevo una gran coalición con el SPD, pero éstos, en plena crisis existencial, prefirieron volver a la bancada de la oposición.
Sólo quedaría la opción de una coalición de la CDU-CSU con los liberales del FDP y Los Verdes, dos partidos que sin embargo tienen muchas diferencias en cuestiones como el futuro del diésel o la inmigración.
Las negociaciones podrían durar hasta finales de año, y Merkel no será designada canciller hasta que se haya formado una nueva mayoría.
Los partidos que formen la próxima coalición tendrán una importancia capital para cuestiones complejas también a nivel internacional, como las reformas de la zona euro, la negociación del Brexit, el futuro de la relación con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump o la cuestión de las sanciones a Rusia.