Cuando se anunció que el papa Francisco visitaría cuatro ciudades, muchos sintieron que serían las ciudades principales: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, pero en definitiva estábamos alejados de lo que sería uno de sus recorridos. Si bien los eventos de Bogotá y Medellín existieron y Barranquilla fue reemplazada por su hermana, Cartagena, la sorpresa de la visita fue Villavicencio.
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La capital del Meta, ‘la puerta de la Amazonía’ recibió al sumo pontífice el pasado viernes y el evento resultó ser nostálgico, con un mensaje más claro que el de Bogotá y la rectificación política de que Francisco I, vino a Colombia a manifestarse y a hacer parte del cambio que vive la nación.
Enredarse en disertaciones políticas de si ignoró al senador Álvaro Uribe y su combo en medio de uno de los recorridos por la capital, o si le hizo ‘el dos’ a Santos y se convirtió en su apoyo, es meramente simplificador de lo que en realidad sucedió y de lo que ‘Villavo’ fue testigo de primera mano.
Hacia las nueve de la mañana el vuelo de Avianca aterrizó en el aeropuerto de Apiay y en carro privado, el papa recorrió calles de Villavicencio entre la emoción de la gente, de algunos que se atrevieron a pasar entre los cordones de seguridad de policías en moto, para poder tocar al pontífice y algunos hasta le dejaron regalos.
En la llegada al parque Catama y se montó al papamóvil para dar su recorrido en donde bendijo a niños, ancianos y a la gente que se cruzaba por su paso. A metros del altar, recibió sombrero vueltiao, collares indígenas y con nativos vestidos en sus trajes subió a proferir la eucaristía que inició a las 10 con las beatificaciones de los curas Jesús Emilio Jaramillo Monsalve y Pedro María Ramírez Ramos.
La música fue llanera. Por lo menos 20 niños y jóvenes cantaron en la misa en lo que resultó un mix que muchos disfrutaron. A las once llegó el mensaje.
«La reconciliación se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso», dijo el papa Francisco durante la homilía.
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El mensaje también cobijó a las mujeres: «¡Cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad! ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación?».
«Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz», aseveró.
Las víctimas y el papa
El evento en Villavicencio fue centralmente para reivindicar a las víctimas. Como lo dijeron varios de los curas, el papa vino porque se realizó un proceso de paz y porque hasta ahora es exitoso. El hecho de escoger a la capital del Meta como una de las sedes de la visita del obispo de Roma, fue para hacer mella en que el fin del conflicto con las Farc es la posibilidad de un nuevo inicio para el país, en búsqueda de la reconciliación y la verdadera paz para quienes han sufrido el dolor.
A las tres de la tarde se reunió con las víctimas. Muchos de Bojayá, algunos de Mocoa, y tras las palabras de familiares de asesinados en la guerra, de mujeres que tuvieron que dejar sus tierras porque sus vidas estaban en peligro, víctimas de atentados de grupos armados, y el papa fue conciso.
«Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz».
Pero habló de justicia y sobre lo que sería la trampa de una reconciliación en donde no existe la verdad sobre los sucesos que nacieron de la guerra y las atrocidades.
«Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos», dijo el papa ante 6000 víctimas del conflicto armado dispuestas a perdonar pero no a olvidar.
El evento terminó y con caras de compungidos, por escuchar a las víctimas que señalaban cómo les masacraron el alma a punta de bala, a punta de machete y que terminaron por entender que lo que no los mató los hizo más fuertes y que ahora es el momento de seguir adelante para dar el primer paso en lo que será la reconstrucción de una Colombia que ha sido víctima, que sufre por la polarización y por los egos, pero que con esta visita, quiere sanar sus heridas y dejar crecer el pasto de una nueva nación.