“Nos ha tocado reducir el personal y también, nos hemos visto obligados a hacer domicilios porque muchos clientes no quieren volver a venir al centro”, así explica Carlos Chávez, joyero, el impacto que tuvo la primera peatonalización de la carrera Séptima.
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Chávez ha trabajado 27 años en el gremio de los joyeros y es presidente de Asojoyerías. También, hace parte de la Asociación Zona C. Desde hace 12 años, es dueño de El taller del orfebre, una joyería ubicada en la carrera sexta con calle 12.
La tienda de Carlos no es la única que existe en el sector, ya que por años éste ha sido una de las zonas tradicionales de los joyeros.
“Nunca estuvimos de acuerdo con la peatonalización de la carrera Séptima durante la administración de Gustavo Petro porque sabíamos que se iban a reducir las ventas. Tuvimos varias reuniones con el alcalde de la Candelaria en las que les manifestamos nuestras preocupaciones, pero él jamás tuvo en cuenta las sugerencias”, cuenta Chávez.
Además, Chávez asegura que la primera peatonalización de la Séptima no ha terminado porque hay obras que no concluyeron. “La entrega final se hizo a medias. A nosotros nos habían prometido que iban a poner luces en las fachadas de los locales. Sin embargo, nunca los instalaron. En algunos postes de luz, pusieron bombillas. Pero muchos ya las robaron”.
Problemas de la peatonalización de la Séptima
Cuando iniciaron las obras, habían muchos policías que cuidaban la zona. Pero en poco tiempo la descuidaron.
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Igualmente, otro de los problemas durante las obras es que la Alcaldía no previó que allí se iban a encontrar hallazgos históricos y las construcciones se demoraron mucho porque tenían que solicitar el permiso de varias instituciones por ser patrimonio histórico.
Durante la peatonalización, el gremio de joyeros pidió que se quitaran las polisombras, es decir, las mallas que utilizan para proteger las obras, pero esto nunca lo hicieron y esto llevó a que los espacios para el tránsito fueran mucho más pequeños.
Por su parte, el presidente del concejo administrativo del centro comercial Calle Real en donde hay joyerías y restaurantes, Rubén Darío Pineda asegura que “estamos preocupados porque en la zona ha aumentado el número de vendedores ambulantes. Además, con la peatonalización, la entrada de los carros se complicó mucho. El Centro no puede ser solo de las personas que caminan y se dan una vuelta en bicicleta”.
Frente al tema de los vendedores ambulantes, Chávez considera que “aunque muchos son honrados y trabajan bien, hay otros que roban o venden droga”.
Para Chávez, es problemática la presencia de los habitantes de calle porque “roban, rompen los vidrios, arman sus ‘cambuches’ al lado de nuestros locales”.
Dentro de las peticiones que muchos comerciantes le hacen al Distrito es que los carros de basura cumplan horarios de la recolección. Igualmente, con respecto a los vendedores ambulantes, piden que las instituciones públicas organicen los espacios en los que deben estar.
A pesar de sus peticiones, hay una falta de credibilidad frente al Distrito porque les da lo mismo dialogar con las instituciones ya que, como afirma Chávez, “siempre hace lo que quieren”.
“La peatonalización de la Séptima fue una imposición, en vez de una concertación con la comunidad. Las ventas han bajado un 60%”