Sí, en los Grammy se permite la excentricidad, eso es tan natural como que en los Oscar las grandes firmas den sendas clases de moda y sofisticación. En estos premios sucede exactamente todo lo contrario: se premian las iniciativas artísticas y entre el artista sea más conceptual, más destacará. Aunque todos tengan las mismas ideas.
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Pero de Lady Gaga a disfraz de noche de brujas hay un paso. Y esto fue lo que dejó la gala, con sus sinsabores en la alfombra roja.
LAS PEOR VESTIDAS DE LOS GRAMMY
Girl Crush fue a una piscina de pelotas para niños y lo combinó con flores y muchos colores (y la sustancia X). Salió como un helado de fresa con toppings.
Tinashe usando lo que muchas desde los años 90: satín negro y piel. A-bu-rrido.
Lalah hizo su propia versión de «The Rocky Horror Picture Show».
Mya dejó el «Moulin Rouge», se adentró en los 70 con el material de tendencia (el satín) y el fitting quedó espantosamente mal. Esas arrugas, en teoría, no deberían existir.
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Ricky Reed tiene una esposa muy hermosa, Laura Miller, que habría podido lucir un statement distinto a todo lo que se usa para embarazadas en la alfombra roja. Lástima el peinado y la forma de los zapatos.
Sibley Scoles también asistió al concierto de Plavalaguna en «El Quinto Elemento». El contraste no podría ser peor.
Si Pamela Anderson en los 90 (cuando andaba con Tommy Lee y se ponía brasieres de cuero) y Kim Kardashian tuvieran una hija, esta sería Saint Heart.
Sophie Beem tiene una contextura gruesa y se pone un estampado que la hace ver mucho más grande. No falla el enterizo sino el print como tal.
Yi Yi habría hecho de este vestido una exquisitez si se hubiera recogido el cabello y si el material de la falda fuese menos chocante.
Diva Zappa, ¿podrías ser más literal con los 90? Solo te faltaba el clutch con el pelo de Kurt Cobain y retazos del vestido azul de Mónica Lewinsky.
VASSY reune todo lo que no se debe hacer. Tiene curvas que podría potenciar con un buen drapeado, pero más elegante (como Kate Winslet, por ejemplo). La cola sobra. El material luce barato y el largo no le alcanza. El peinado hace deslucir el vestido.
Combinen a Ivanka Trump con Miley Cyrus y tienen a Erika Jayne. El vestido es bellísimo, pero el peinado «Mad Max» lo arruina todo.
En serio, habría podido funcionar. Quizás con otro fitting y con otro material. Pero Brandy Clark hace de una buena idea algo como: «Hola, niños, soy su nueva maestra y me puse mis pantalones divertidos de los 70».
Juliette Larthe es como si Courtney Love, Gucci y Katy Perry se hubieran fusionado creando caos a su alrededor. Sí, caos.
Jacqueline Van Bierk es como el «Hada Madrina» de los informáticos de los 90. Salida de un sueño de láudano, claro.
Mia Fieldes tenía un vestido perfecto para ponerse algo statement arriba. Y no, no necesariamente un peinado de algodón de azucar (sí, Nicki, es contigo) o llegar en un huevo. Un peinado liso, un labial oscuro, un accesorio potente. Nada de nada.
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