En Inglaterra, Gary White arquero del club Shettleston, no pudo contener sus ganas de orinar y al minuto 72, antes de un saque de arco, se paró frente a uno de los tubos de su portería y empezó a hacer sus necesidades.
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La acción, obviamente, no fue bien vista por el árbitro del partido. El central se le acercó y le exhibió la tarjeta roja. Antes de que suceda este inusual episodio, el arquero se había acercado al juez de línea para pedirle que detenga el juego para poder ir al baño.
Sin embargo, el árbitro no le concedió el permiso. Dos minutos después, el arquero no pudo aguantarse y aprovechó que tenía el esférico en su poder para vaciar su vejiga en medio juego.
Al final, el club Shettleston ganó por un gol, a pesar del hombre menos que tenían en cancha por la insólita expulsión