«La hemos venido buscando en muchas oportunidades y creo que sería un crimen generacional perder esta y pasarle a los hijos nuestros y a nuestros nietos una Colombia ensangrentada y violenta», señaló la excandidata presidencial colombiana en entrevista con EFE.
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Betancourt participó en París en un acto del Consejo Nacional de la Resistencia Iraní (CNRI), en el que la oposición iraní en el exilio pidió justicia por los 30.000 opositores políticos masacrados en 1988 y denunció que solo en 2015 se han registrado «mil ejecuciones, la cifra más alta en 20 años».
«Fue un caso de secuestro de un Gobierno terrorista, de un Gobierno que utiliza el terror para imponer su poder y yo conozco eso, conozco el terrorismo, conozco estar en manos de personas arbitrarias, aunque mi caso no es tan grave», señaló para explicar su implicación en la causa.
Su secuestro ocurrió en febrero de 2002, cuando era candidata presidencial del partido verde Oxígeno y se dirigía a San Vicente del Caguán, municipio colombiano del sur del país que hasta horas antes había sido sede de una fallida negociación de paz con las Farc del entonces presidente colombiano Andrés Pastrana.
Estuvo bajo cautiverio hasta julio de 2008, cuando fue liberada en una espectacular operación militar.
«Las emociones y los recuerdos son muy fuertes todavía», admite Betancourt. «El presente a Dios gracias es un presente de felicidad y de amor familiar y eso ayuda a sanar las heridas. Perdonar es un ejercicio diario. Todos los días me levanto haciendo el ejercicio de querer perdonar», agregó.
La excandidata presidencial, que ha recibido críticas por defender el proceso de paz a pesar de lo que sufrió, recuerda que su situación personal no está por encima de los intereses del país y de la necesidad de cerrar «ese odio y esa sed de venganza que hay entre colombianos».
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La ciudadanía rechazó en el plebiscito del pasado 2 de octubre el primer acuerdo y el debate político en torno al nuevo comenzó ayer, días antes de que el texto, firmado el jueves en el Teatro Colón de Bogotá, sea debatido por el Congreso para ser refrendado.
«El referendo, al darle la victoria al no, fue una oportunidad de mejorar el acuerdo, pero me temo que las fuerzas de la oposición lo estén utilizando para chantajear al Gobierno y obligar a que el acuerdo quede supeditado a las elecciones presidenciales de 2018. Así que miro lo que está sucediendo con preocupación», dijo.
El pacto, que complementa con sus cambios el firmado el 26 de septiembre en Cartagena, abre las puertas para que finalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) se desmovilicen y dejen las armas, proceso que, según el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, comenzará a partir de esta próxima semana.
Betancourt consideró que el segundo acuerdo es «mejor» que el primero y subrayó que aunque para ella nada va a ser satisfactorio porque nada borrará lo sufrido, advirtió de que «pretender que se necesita un punto más o una coma más cuando está en juego la paz es muy grave».
«Hay un valor mucho más alto que cualquier justicia que podamos reivindicar: el derecho a la paz, a que no haya más casos como los nuestros», señaló la política colombiana, que instó a ayudar a Santos a consolidar el proceso y advirtió contra los numerosos «intereses económicos y políticos» que podrían boicotearlo.