Hace más de una década que el concepto ‘ciudad–región’ viene tomando fuerza en el país. De este concepto, que integra ciudades capitales con poblaciones aledañas para formar grandes regiones que se ayudan entre sí y sacan adelante proyectos en movilidad, economía, medio ambiente y demás, ha dado vida, por ejemplo, a las áreas metropolitanas del Valle de Aburrá, de Barrranquilla, o de Bucaramanga.
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En Bogotá, también desde hace varios años se viene hablando de una ciudad–región con los municipios de la Sabana y, de hecho, varios de los grandes proyectos de la capital han sido pensados involucrando a las poblaciones vecinas.
Por ejemplo, TransMilenio, que ya se extiende hasta Soacha, o los proyectos del tren de cercanías o la Avenida Longitudinal de Occidente, que involucran a poblaciones como Mosquera o Chía.
Con esto en mente, la actual administración distrital, encabezada por Enrique Peñalosa, ha ideado una especia de ‘plan de expansión’ en el que varios proyectos capitalinos involucran ampliamente a los municipios sabaneros. Estos son algunos de ellos.
El cable de Usaquén
Similar al que ya comenzó su construcción en Ciudad Bolívar, dentro de los planes para mejorar la movilidad entre Bogotá y el municipio de La Calera, la Alcaldía de Peñalosa anunció en abril pasado la construcción de un cable aéreo que contaría con tres estaciones que conectarían a la población con la localidad de Usaquén y que también incluye un parque en el embalse San Rafael con propósitos turísticos.
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‘Ciudad Paz’
Uno de los proyectos más ambiciosos de Peñalosa, quien solo podrá sentar sus bases, pues está pensado para desarrollarse durante las próximas tres décadas. Se trata de una transformación total del perímetro de la capital que incluye la recuperación del río Bogotá y cuatro subproyectos (Ciudad Norte, Ciudad Río, Ciudad Mosquera y Ciudad Bosa–Soacha) con los cuales se construirá todo tipo de infraestructura, desde desarrollos habitacionales, hasta universidades, oficinas e importantes vías con las que la ciudad se expandiría hacia las poblaciones de Chía, Mosquera y Soacha, de manera que se reduzcan cada vez más los espacios sin urbanizar entre una y otros.
Metro + Tren de cercanías
Otro de los ambiciosos planes de la actual administración es que, una vez esté finalizada la primera línea del metro de Bogotá, este pueda extenderse hacia Mosquera e incluso atraviese la población para ir hasta un patio en Facatativá, donde conectaría con el tren de cercanías en el que ya trabaja la Gobernación de Cundinamarca, que cuenta con el apoyo de la Nación y que conectaría a la capital del país con otras poblaciones como Funza o Soacha, e incluso otras más lejanas como Zipaquirá.
ALO
Pensada para ser financiada por una APP con recursos privados y parte de aquellos que resulten de la venta del 20% de las acciones de la Empresa de Energía de Bogotá, la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), de hacerse realidad, sería la vía más importante de la ciudad–región, dado que, como está pensada, no solo atravesaría la capital de norte a sur por el borde occidental, sino que se extendería, por el norte, hasta Chía; y por el sur, hasta Soacha. Otras proyectos viales, como la ampliación de la calle 13 o la avenida José Celestino Mutis, conectarían, además, con Mosquera y Funza al occidente de la capital.