Una de las costumbres menos arraigadas dentro de la vida guerrillera de las Farc es aquella de estar en un mismo lugar por largas jornadas de tiempo. Largas jornadas, en la vida guerrillera hace referencia a estar en un mismo lugar durante días, y en el peor de los casos, semanas siendo blanco fácil para el Ejército.
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Pero la situación ha cambiado. Los diálogos de paz en Cuba, y el reciente cese al fuego bilateral entre el Ejército y la guerrilla, ha hecho que cambie drásticamente la rutina guerrillera. “Ahora ya no tenemos tan buen estado físico, llevamos días sin movernos de aquí” dice Mónica, guerrillera de las Farc mientras se alista para el sacrificio de una vaca, su alimento para los próximos días. “Ahora nos queda tiempo para leer, para estudiar, para pensar en todo lo de los diálogos. ¿Quién no quiere la paz, la tranquilidad? Nosotros también estamos cansados de los muertos, de dormir en la tierra, de la guerra” dice Giovanny, integrante del frente 26.
Y es que el vivir en la selva ha pasado de ser perseguido y hostigado constantemente por las Fuerzas Militares a la tranquilidad de una vida más parecida a la vida campesina que a la guerrillera. El epílogo de la vida de miles integrantes de las Farc en Colombia se escribe en la selva, con los fusiles colgados de los árboles que rondan sus campamentos, y los cuchillos y los machetes empuñados para sus quehaceres diarios.
En el marco de la X Conferencia Nacional Guerrillera visitamos dos campamentos de las Farc en las Sabanas del Yarí, y esto fue lo que encontramos.