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En medio de la nada, después de haber dejado todo y con la esperanza de tener una ventana al mundo, cientos de migrantes se reúnen con un motivo: ver y apoyar al equipo de refugiados que por primera vez compite en los Juegos Olímpicos y que los representa.
Ellos no tienen la bandera de un país qué defender, aunque en el corazón llevan los colores de su país, el cual tuvieron que abandonar por diversos motivos, principalmente la violencia que amenazaba sus vidas.
En total, en la edición número 31 de los Juegos Olímpicos competirán 10 refugiados bajo los colores de la bandera olímpica. Rio 2016, que se celebra en Brasil en este momento, es un recordatorio al mundo para que preste atención en la crisis de migración tan severa que se está viviendo; simplemente en Europa, es la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.
Los «refugiados olímpicos» recibieron una de las ovaciones más grandes de las que se escucharon en el estadio Maracaná el pasado viernes, cuando les tocó desfilar en la inauguración de los Juegos Olímpicos Río 2016.
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Los aplausos no solo se dieron en el mítico estadio, también alrededor del mundo donde millones de personas seguían la transmisión. Uno de estos sitios fue el campo de refugiados Kakuma, en Kenia. Ahí, decenas de personas se reúnen frente a una televisión con un solo objetivo: poder ver el desempeño del equipo que les representa.
Cinco de los atletas que se encuentran compitiendo en Río 2016 fueron refugiados en el campo Kakuma, son originarios de Sudán del Sur que llegaron a Kenia en búsqueda de una mejor vida.
«Creo que este equipo simboliza la posibilidad de que las personas que sufrieron por causa de la guerra, los conflictos y la violencia, puedan realizar algo importante y contribuir a este gran proyecto una vez que tengan la oportunidad adecuada. Es un mensaje muy fuerte», comentó Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, durante su visita a la Villa Olímpica.
