Así lo ratificó la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia gracias a un caso en el que una mujer pidió que se le tuviera en cuenta en la repartición de bienes de su empleador, con el que tuvo una relación sentimental por más de 7 años.
Ella fue contratada para realizar las labores del hogar y trabajo de campo, pero al poco tiempo empezó la relación con su jefe.
Años después el hombre falleció y ella, por temor a quedar desempleada, pidió que se le tuviera en cuenta en la herencia.
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Ante este caso, la Corte indicó: «Para la inmensa mayoría de las mujeres que no han tenido acceso a altos niveles educativos y enganche al trabajo remunerado, la única forma como pueden contribuir a la familia y a la colectividad, es aportando su trabajo en labores domésticas, entregando su sincero afecto y su gran solidaridad».
En el fallo, la Corte también señala que la mujer participó en el crecimiento económico de su jefe y pareja, en «la compra de un desmuilador, de una báscula, de un motor eléctrico para el trapiche, de vehículos y de herramienta, y la instalación de un silo (almacén)».
El hecho ocurrió desde el año 2000 en la finca Los Arrayanes, ubicada en Socorro, Norte de Santander.