Aunque el representante de la UNICEF en Colombia, Roberto Bernardi, resaltó en días anteriores que el acompañamiento de cada niño liberado por las Farc será personalizado e indefinido, hasta que se recupere totalmente de sus traumas, la directora de la Especialización en Psicología Educativa de dicha universidad, Neila Díaz, hizo un análisis de la reintegración a la vida civil de los niños desvinculados de los grupos alzados en armas en Ruanda, Sierra Leona y Sudan.
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Según Díaz, el proceso de recuperación es más fácil y rápido en los más pequeños, pero en los más grandes empezarán a aparecer daños psicológicos después de 6 meses, como altos niveles de estrés, paranoia y aislamiento.
“El 80% de los menores reinsertados, si no son atendidos en programas estables y duraderos, pueden reincidir en conductas violentas, caer en la mendicidad e incluso reincorporarse a las filas de las bandas criminales”, manifestó la psicóloga.
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Pero, ¿cómo se puede borrar este chip de la violencia en los menores?
El análisis hecho por la universidad indica que primero deberán identificar, en cada caso, qué tan afectado está el menor, pues algunos menores habrán sido usados como cocineros o mensajeros, pero otros habrán sido usados para favores sexuales o para disparar, asesinar e incluso comandar un frente.
“Soñar, hablar, sonreír, jugar o aprender a tocar un instrumento son solo algunas de las actitudes que los niños soldados podrán adquirir en un tiempo que va entre los 2 y los 4 años. Pero pasarán 3 a 4 décadas para ver resultados concretos”, aseguró Díaz.
