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La situación ‘agridulce’ de los vendedores informales con el Distrito

28

vendedores, de los 235 identificados en la jornada de intervención que se realizó en la Calle 72, se han beneficiado con un quiosco.
 

Otros datos

Además de los 28 vendedores que ya tienen quiosco, otros se han visto beneficiados de la siguiente forma:

 

  • 3 aceptaron un módulo en el Punto Comercial Furatena
  • 24 iniciaron proceso de vinculación para acceder al empleo
  • 30 solicitaron apoyo para la creación o fortalecimiento de unidades
  • 41 personas se mostraron interesadas en recibir capacitación, de los cuales 11 iniciaron formalmente el proceso.

Nos habíamos acostumbrado a ver la Calle 72, también conocida como la Avenida Chile, llena de transeúntes afanados por llegar a tiempo a su trabajo, mientras esquivaban los ‘carritos mecateros’ y los parasoles a medio montar. No importaba la hora, el caos sacaba la cara por este sector de la ciudad.

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No vamos a negar que la medida del alcalde Enrique Peñalosa de recuperar el espacio público es positiva; aún hay caos, pero se puede caminar. Eso sí muchos extrañan el olor a jugo de naranja y arepa de queso recién hecha de la que se provocaban cada vez que pasaban por alguno de los andenes, y se convertía en ‘desayuno express’.

Y aunque el tema de la reubicación de los vendedores informales ha despertado todo tipo de comentarios, muchos de los “desplazados de la 72”, como ellos mismos se han denominado, aceptaron los términos que les ofreció la actual administración.

Sin embargo, y según el Instituto para la Economía Social, de los 235 vendedores ubicados en la Calle 72, tan solo se han beneficiado 28 personas con un quiosco; 3 aceptaron un módulo en el Punto Comercial Furatena; 24 iniciaron proceso de vinculación para acceder al empleo; 30 solicitaron apoyo para la creación o fortalecimiento de unidades y 41 personas se mostraron interesadas en recibir capacitación, de los cuales 11 iniciaron formalmente el proceso.

De los beneficiados se encuentran Pedro Suárez y Rosa Helena Rojas, quienes cuentan juntos la historia desde hace 22 años y quienes ahora están ubicados en la Calle 76 con carrera 11, al lado del Carulla, en uno de los quioscos que les dio el Instituto.

Aunque Pedro y Helena aceptaron el quiosco, comentan que durante dos meses estuvieron sin trabajo “no teníamos para comer, se vendía periódico pero eso no daba y yo acepté esto por varias razones: primero es mejor tener esto a nada; segundo, necesitábamos trabajar y estábamos desamparados; y tercero, porque me cansé de correrle a la Policía porque piensan que tienen un uniforme y pueden hacer lo que quieran”, comentó a PUBLIMETRO.

La felicidad de Pedro y Helena salta a la vista. Están más tranquilos, llegan sin afanes a las 5:00 a.m. a abrir su quiosco y lo único que piden es que les arreglen la luz porque no sirve, pues su jornada va hasta las 7:00 p.m. “Nos ha ido bien, tenemos el mismo flujo de gente y más protección, porque aguantábamos el calor, el frío, entonces estamos muy contentos”, añadió Pedro.

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Esta pareja de bogotanos, que han recorrido esa zona de Bogotá durante años, aseguran que contaron suerte porque el quiosco queda muy cerca de su casa, solo pagan $13.000 pesos mensuales por el mismo, y el producido les alcanza para vivir. Aunque Pedro y Helena aclaran que como ellos, pocos, porque “muchas de las personas que conocemos del trabajo, que compartíamos espacio, no han sido reubicados y están sin hacer nada. Es que la gente no sabe con la necesidad con la que el otro vive y nosotros les decimos que deberían aceptar alguna alternativa que les de el Ipes, porque es mejor eso a nada”, comentó la pareja.

Eso sí, son enfáticos al decir que muchos no han podido ubicarse de nuevo porque las condiciones que les ofrecen no les sirven.   Esto se asimila al caso de Doña Isabel, bastante nombrada por estos días luego del ‘fraternal’ abrazo que se dio con Peñalosa, quien denunció que la han hasta amenazado por esa foto, que sus amigos vendedores le han dicho traidora y que no le han ayudado con nada, y que lo único que quería el mandatario era “limpiar su imagen”.

Pues bien, el Ipes, por medio de un comunicado, aseguró que le han ofrecido a Doña Isabel varias alternativas pero ella no ha querido aceptar ninguna a pesar de que se había inclinado por la ayuda del ‘Mecato Social’, en un punto ubicado en el CADE del 20 de Julio. Sin embargo, ella al final lo rechazó.

Lo cierto es que alrededor de la venta ambulante en Bogotá hay varios ‘mitos’: que está manejado por una mafia, que los vendedores no colaboran y que el Distrito no los quiere ayudar. Y aunque nadie sabe si esto es cierto o no, lo único claro para Pedro y Helena, quienes están feliz con su quiosco, y otros tantos vendedores ambulantes, “es que Peñalosa no nos quiere en las calles, él no quiere a los vendedores ambulantes y nos considera un enemigo”.

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