Cientos de estudiantes de una universidad de Tunja han aprendido de la mano de Argelio Reyes a disfrutar de las emociones que producen los deportes de aventura.
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Desde 1993, José Argelio Reyes es uno de los profesores más buscados en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, en Tunja. Aunque es un docente exigente en sus clases y con sus trabajos, de los de poner cero, tomar listas de asistencia y ‘rajar’ a quien lo merece, su asignatura más buscada es la pasión de su vida: los deportes de aventura.
Para este boyacense de 64 años todavía no hay una fecha de jubilación para seguir enseñando a cientos de jóvenes aspirantes a docentes de Educación Física las precauciones, riesgos y seguridades de la escalada, rappel, canotaje, senderismo, espeleología y otras de estas actividades por las que muchos habitantes darían la vida.
Así fue desde su niñez, como un campesino de Cerinza (Boyacá), en la que solía jugar al aire libre y en los campos, además de labrar la tierra. También tuvo mucha habilidad para poder practicar el baloncesto, y gracias a su buen desempeño consiguió ingresar a la UPTC en los años 70 para poder dedicarse a su pasión: el aire libre y los deportes. Se graduó de licenciado en Educación Física en 1979.
Desde ahí siguió jugando al baloncesto y el fútbol en campeonatos regionales, pero a finales de los años 80 todo cambió: en una maestría en Venezuela, con docentes estadounidenses, conoció cómo realizar actividades como la escalada y la espeleología. En los últimos 25 años, más de 1.000 estudiantes han aprendido cómo divertirse con el terreno agreste y vivir emociones intensas.
«El profe Argelio», como lo conoce todo el mundo en la UPTC de Tunja, ha hecho su labor en algunos de los lugares más impresionantes del país. «Durante muchos años los hicimos en la Sierra Nevada del Cocuy, pero la situación de seguridad y las restricciones al acceso a nieve hicieron que nos fuéramos a San Gil», asegura.
Allí encontró las famosas cuevas, los rápidos de los ríos Suárez y Fonce, y riscos apropiados para la escalada que se han convertido en una oportunidad para atraer a los turistas. Su labor ha permitido que se creen decenas de empresas turísticas que convirtieron a San Gil y Curití en centros del turismo extremo en Colombia. Algunos de ellos vieron clases en Tunja, y él les ha ayudado con un impulso y la exigencia de normas técnicas para poder llegar a trabajar con ellos.
¿Qué motiva a un hombre que, a una edad en la que las personas suelen renunciar a las actividades al aire libre, sigue escalando rocas, metiéndose a cavernas y lanzándose por canopies con jóvenes a quienes triplica en edad? «Es una pasión. Y mientras pueda moverme por mis propios medios, esa pasión me impulsa a seguir haciendo estas actividades. A quien le gusta le sabe», afirma. Seguramente, ese impulso le va a durar muchos años más.