En la mañana del pasado jueves, el Cuerpo de Bomberos de Cali reportó el hallazgo de un cadáver en el río La Paila, que baña el municipio de Corinto. Esta sería la cuarta víctima mortal identificada luego de que el martes en la noche la creciente del río aumentara de forma súbita y causara una avalancha que afectó a más de 8000 personas de seis corregimientos y tres barrios del casco urbano.
PUBLICIDAD
A la cifra de las víctimas mortales, de la cual hace parte una menor de edad, se le suman 18 desaparecidos y cerca de 37 viviendas destruidas. Dos días después de la tragedia, el lodo que arrastró la empalizada del río ya estaba seco y se podía ver, en forma de polvo, en otros lugares del municipio hasta donde no había llegado la avalancha. La ciudad se quedó sin agua por la destrucción de la bocatoma. Los colegios anunciaron cese de actividades hasta la semana siguiente o hasta que tuvieran reestablecido el servicio de acueducto. Cientos de familias que lo perdieron todo siguen sin poder creer cómo la vida les cambió en una noche.
“El martes comenzó a oscurecer como a las cinco. Yo estaba haciendo unas diligencias y me apuré porque iba a llover. Como a las seis escuché que el río crujía muy fuerte, todo estaba oscuro, salí de donde estaba y dije “¡es una avalancha!” Todo el mundo corría y comenzaba a estrellarse. Me fui para la casa y no estaban ni mi niña ni mi mamá, ahí empecé a gritar. Eso fue un mensaje de Dios para este pueblo porque hay mucha maldad”, relató una habitante de Corinto.
Cuando la creciente del río La Paila creció de forma inesperada inundó la vereda la Cristalina. De allí se expandió a las veredas Carrizales, Capilla, Miravalle, Danuvio y Silencio, y alcanzó tres barrios que también quedaron con las viviendas llenas de lodo. De acuerdo con la directora de cambio climático del Ministerio de Ambiente, Mariana Rojas, la tragedia fue causada por las fuertes lluvias que el Ideam ya había advertido en el municipio.
Corinto tiene cerca de 13.000 habitantes. Más de la mitad de la población resultó afectada.
No para la zozobra
La noche del martes, horas después de la tragedia, la comunidad indígena que habitaba las veredas de Tacueyó y El Palo, en Toribío, fue desalojada ante la amenaza de que se cayera la montaña debido a una creciente en la parte alta. La mañana del jueves también se inició una evacuación preventiva en las veredas Tierra Dura, Campo Alegre, La Munda, Guatepala, Potrerillo y El Rosal por la turbiedad del río Güengüé, que podría ser el anuncio de otra avalancha.
Con el objetivo de obtener recursos del departamento y del país para recuperar la infraestructura de Corinto y ayudar a la población afectada, la Alcaldía del municipio tomó la decisión de declarar calamidad pública. Para restablecer el acueducto, por ejemplo, es necesario construir una nueva estructura porque el sistema anterior quedó destruido por completo.
PUBLICIDAD
Animales, otras víctimas
El río de lodo que arrastró árboles, rocas, vehículos, autos, enseres y todo lo que encontró a su paso también se llevó a cientos de animales como pollos, gallinas, perros y gatos. Uno de los casos más conmovedores de rescate animal tuvo como protagonista a un caballo que había quedado atrapado en el fango y que los Bomberos de Cali lograron salvar con la ayuda de una polea improvisada.
Otra situación enternecedora la vivieron un perro criollo y su dueño, quienes lograron reencontrarse un día después de ocurrida la tragedia. El animal, de cinco años, estaba inquieto por las calles del pueblo hasta que logró reconocer a su amo. No obstante, el hombre perdió centenares de pollos y gallinas que criaba en su casa para la venta y consumo.