Hay personas que marcan una época, pero, a pesar de ser unos adelantados, creativos y revolucionarios por alguna extraña razón no causan el impacto que merecen.
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Tal es el caso de Lou Ottens. Tal vez su nombre no lo recuerden o reconozcan, pero él fue el padre de los casetes, el dispositivo en el que se escuchó la música por más de dos décadas.
Un adelantado a su era
El ingeniero holandés dejó de existir a los 94 años el fin de semana pasado, aunque la noticia se dio a conocer hace unas horas. Una referencia más de que no generó el impactó que históricamente merecía.
Fue un adelantado a su época. En un tiempo en el que la música se escuchaba en los discos 78 RPM o en los modernos de vinilo llegó con su brillante idea.
El casete se volvió un boom. Su pequeño tamaño, facilidad para transportarlo y copiar su contenido lo volvieron muy, muy, popular en pocos años.
Entre otras innovaciones, permitió escuchar música en el vehículo y, luego, de forma portátil con la llegada del walkman, que se desarrollaría una década después.
El holandés fue jefe de los ingenieros de la compañía Hasselt, propiedad de Philips, que se encargó de desarrollar esta tecnología a principios de la década de los años 60.
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El proyecto terminó de realizarse en 1963, y poco después comenzó a fabricarse en Alemania. La comercialización en el Viejo Continente inició en 1965, y cuatro años después arribó a Estados Unidos.
Desde principios de la década de los años 70, los casetes pasaron a dominar el mercado de la música a nivel mundial.
Este artefacto está compuesto por dos bobinas miniatura, entre las que se enrolla la cinta en la que está grabada la música. Las bobinas y la cinta se encuentran dentro de una carcasa protectora de plástico de 10 centímetros de largo, 6.3 de alto y 1.3 de ancho.
El nombre se refiere a esa carcasa, ya que casete puede traducirse como “cajita”, en francés.
Una de las innovaciones de este producto musical es que puede contar con dos pares de pistas de audio estéreo o dos pistas monofónicas. Una se reproduce cuando la cinta se mueve en una dirección y la otra cuando se mueve en la contraria.
Ottens comenzó a trabajar en Philips en 1952. Ocho años más tarde se convirtió en jefe del recién abierto departamento de desarrollo de productos de la empresa.
Obsesión de crear un producto musical sencillo
Tenía la fuerte obsesión de inventar un mecanismo compacto y sencillo de utilizar, ya que las viejas cintas de audio eran demasiado grandes e incómodas.
Su idea siempre fue desarrollar algo que entrara con facilidad en el bolsillo de su saco, chamarra o abrigo, y lo consiguió.
En 1963, presentó el prototipo en una feria. Su eslogan era muy llamativo: “Más pequeño que un paquete de cigarrillos”.
Aunque su modelo fue copiado por otras empresas japonesas, que comenzaban a ser líderes en sonido, llegó a un acuerdo con Sony para utilizar el mecanismo patentado por Philips e introducir al mercado el casete estándar.
Lo demás es historia. El producto se popularizó rápidamente alrededor del orbe. Se estima que se vendieron más de 100 mil millones de casetes en todo el planeta.
Con pocas palabras que expresó se puede representar su imagen sencilla y trabajadora. “No tengo el dial del orgullo”, dijo cuándo le cuestionaron si se sentía bien por su invento.
Después vino el CD, MP3 y streaming
Por si fuera poco, Ottens también participo en la creación del disco compacto, también llamado CD o compact disc, el producto que enterró al casete. Fue un desarrollo conjunto entre Philips y Sony, en 1982.
El CD superó ampliamente a su antecesor en ventas al alcanzar las 200 mil millones de ventas en el mundo, pero después fue sepultado por el MP3 y la música en streaming.