El «Supermercado de bolsas de plástico», abierto temporalmente en la icónica plaza neoyorquina de Times Square, vende frutas y verduras y tiene también una sección de pastelería y otra de comida precocinada.
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Todos los productos, frescos y congelados tienen algo en común: están hechos con plástico reciclado para denunciar con humor la contaminación de este material desechable.
«Lo único que quiero es llamar la atención sobre la absurda cantidad de empaquetados, plástico y material de un solo uso que se emplea en la vida diaria y lo estúpido que resulta la gran cantidad que usamos y tiramos», asegura a Efe la artista Robin Frohardt, responsable de este trabajo que puede visitarse hasta el próximo 7 de noviembre.
En la tienda de Frohardt no se vende «Pepsi Cola Zero», si no «Plasti Crapa Zero» con el lema «Saborea la nada».
En lugar de Gatorade, se ofrece Bagorade, jugando con la palabra «bag» (bolsa en inglés) y el nombre de la bebida, y en lugar de galletitas saladas Ritz, se encuentran galletas de plástico «Bitz» hechas de «pedacitos de mierda de plástico» y que se pueden usar para preparar «aperitivos fanpláticos».
Son todo marcas y productos que habitualmente un estadounidense medio puede encontrar en los escaparates de supermercados y tiendas de barrio.
«Uso mucho el humor en mi trabajo, sobre todo con cuestiones que pueden ser muy deprimentes», explica la autora de esta instalación, para quien, a veces, la gente no quiere mirar las imágenes impactantes de animales atrapados en basura o muriéndose entre los desechos que tiramos.
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Por eso, añade: «Vale, no quieres mirar y no quieres pensar sobre ello, entonces estoy intentado hacer algo muy divertido, que engancha, que es táctil y muy colorido, así simplemente no pasas de imagen y hay una pequeña oportunidad de que estas ideas calen».
Para Frohardt el humor relaja a la gente, hace que se sienta cómoda y le bajen las defensas, entonces «puedes sumergirlos en todas tus ideas», comenta rodeada de productos con cuyos nombres ha hecho todo tipo de juegos de palabras relacionados siempre con la basura y los desechos.
Pero más allá de los nombres, muchos productos ofrecen también recomendaciones de uso e incluso recetas como la pasta «Plastic», que se publicita como «la pasta plástica que realmente sabe a bolsa».
Sin gluten y hecha con bolsas de plástico puro, se recomienda cocinarla con aceite de oliva virgen y 200 gramos de tapones de botella. Sal y pimienta al gusto.
Su producto favorito: los filetes de salmón de la sección de productos frescos, que hizo con una bolsa que encontró en la basura con un color salmón que «realmente funcionaba».