Podría haber provocado una destrucción de tal magnitud que sólo se podría comparar con la explosión de 10 bombas atómicas como la lanzada sobre Hiroshima en 1945, pero estalló a 25,6 kilómetros de la Tierra, sin que ninguno de nosotros se enterara.
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Esto pasó en diciembre de 2018, más específicamente el día 18; cuando la NASA detectó la roca de 1.500 toneladas que venía directo hacia nuestro planeta.
La explosión pasó un tanto desapercibida porque se produjo sobre el mar de Bering. Una parte del océano Pacífico que cubre una extensión de dos millones de kilómetros cuadrados, que limita al norte y al este con Alaska, al oeste con Siberia en Rusia, y al sur con la península de Alaska y las islas Aleutianas
De acuerdo con la información dada a conocer por la agencia espacial de Estados Unidos; la destrucción de este meteorito es la segunda más grande de este tipo de la que se tiene registro en los últimos 30 años.
173 kilotoneladas
La gerente del programa de observaciones de objetos cercanos a la Tierra de la NASA, Kelly Fast; explicó en entrevista con BBC que el meteorito tenía una energía de impacto de 173 kilotoneladas.
«Eso fue un 40% del lanzamiento de energía de Chelyabinsk, pero fue sobre el mar de Bering por lo que no tuvo el mismo tipo de efecto o apareció en las noticias», precisó.
«Esa es otra cosa que tenemos en nuestra defensa, hay mucha agua en el planeta», agregó.
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La explosión fue captada por los satélites militares de la Fuerza Aérea de EEUU; los mismos que utilizan para controlar las rutas usadas por los aviones comerciales.
Por ahora la agencia espacial busca con los aviones y pilotos que surcaron los cielos ese día y por esa ruta, ver si hay testigos de la explosión.