Un hombre de 31 años, latino residente en Texas, se puso un tatuaje en su pierna derecha que decía : «Jesús es mi vida». Por supuesto, lo que obvió fueron las reglas básicas: el tatuaje debe estar limpio y cubierto, ya que la piel en ese momento puede infectarse por las bacterias. Y por supuesto, si el tatuaje es grande, más se corre el riesgo de tener una infección.
Por eso es que al removerse le vendaje, hay que aplicar un ungüento antibacterial. Y por supuesto, no hay que mojar el tatuaje. Mucho menos con agua sucia, como la del Golfo de México, lugar al que se fue el hombre luego de hacerse el procedimiento. Tres días después, estaba en el Hospital Parkland Memorial en Dallas, con un dolor espantoso en piernas y pies. Tenía fiebre, escalofríos y enrojecimiento alrededor del área del tatuaje. En pocas horas, la piel se oscureció mas, tenía montículos de fluido. En conclusión, sufría un terrible choque séptico, cuyo daño estaba llegando a los riñones.
En 12 horas, la infección avanzó terriblemente. No ayudó que el hombre ya tuviese una enfermedad crónica en el hígado por beber seis cervezas al día. Tenía un respirador y se le suministraban potentes antibióticos. El diagnóstico médico mostró que tenía una bacteria llamada Vibrio vulnificus, una bacteria hallada en las costas océanicas. Esta infección causa 80 mil enfermedades y 100 muertes al año solo en Estados Unidos, según las autoridades de ese país. Los factores de riesgo son las enfermedades del hígado, el cáncer, diabetes, VIH y talasemia.
Por supuesto, esto pasa con ostras crudas y con la exposición de heridas abiertas a sal contaminada. Claramente, el hombre jamás pudo ser interrogado por eso. Estuvo sedado durante varias semanas y le retiraron el respirador 18 días después. Pero unos dos meses después, el hombre murió por un choque séptico, reportó el portal CNN. El médico que lo atendió solamente dijo que no es cuestión de «no hacerse tatuajes, sino tener los cuidados apropiados para ello»,
afirmó.