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Venezuela: El violinista que enfrentó las bombas por tocando música por cinco horas

Wuilly Arteaga, de 23 años, asegura que no planificó su acción. “Quise llevar un mensaje de paz y de no violencia a los venezolanos y qué mejor manera de hacerlo sino es con la música”.

Elizabeth Ostos, MWN

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El músico venezolano Wuilly Arteaga, de 23 años, es conocido en medio mundo. La imagen en donde toca violín bajo una lluvia de bombas lacrimógenas en una protesta callejera en Caracas, hace unos días, aún está latente.

En entrevista con Metro World News, Arteaga, nacido en Valencia (centro) y residente en Caracas, asegura que no hizo nada premeditadamente.

“Fue una reacción del momento. Yo había participado en otras manifestaciones, incluso con otros músicos. Pero el lunes 8 de mayo yo no estaba en la marcha que reprimió la Guardia Nacional. Salía de un ensayo, junto a varios amigos y caminé cerca de la protesta. De pronto, empezaron a lanzar bombas de gas, algo que no me gustó. La Constitución de este país consagra el derecho a la protesta y hay muchas cosas que están mal, como la inseguridad, de la cual fui víctima hace un año. Me robaron mi violín y hace solo tres semanas tuve acceso a otro, producto de una donación”.

Wuilly tiene dos hermanos, una mujer y un hombre, y es el hijo del medio de una familia cristiana. Se formó como músico en el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela y fue violinista principal de la Sinfónica Juvenil de Caracas. Además de violinista es pianista. Canta, compone y produce.

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Sobre su acción, dijo a MWN que estaba en Chacaíto (este de Caracas) y en plena contención de los manifestantes, comenzó a tocar: “es mi medio de expresión. Recordé que cuando fui a Barquisimeto a buscar la donación, había una protesta cerca de la central de buses en donde yo tenía que estar para regresar a Caracas. Saqué mi instrumento e interpreté varias piezas. Tuvo un efecto paralizante en los policías y en la gente que estaba protestando; estaban como hipnotizados, eso me impactó mucho”.

“No puedo exteriorizar mi descontento con un piano en plena autopista, no puedo cantar porque me quedaría son voz al hacerlo frente al gas, así que mi violín es mi medio de expresión. Ese día, estuve unas cinco horas tocando frente a la Guardia Nacional, entre las 12 del mediodía y las cinco de la tarde”.

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Fue tiempo suficiente para que su familia se enterara, vía medios de comunicación, en especial los digitales, de que Wuilly estaba enfrentando la represión con su instrumento. “Justo el mediodía llegué hasta el principio del bloqueo de la marcha, en donde estaban los funcionarios militares, e interpreté el himno nacional de Venezuela. No tuve miedo aun cuando sabía que me podrían atacar. A muchos sorprendió mi acción y otros me abrieron el paso”.

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Horas y horas tocó bajo las bombas lacrimógenas, “salían de todas partes y caían muy cerca. Incluso, una casi me da en los pies. Pero yo seguí adelante, mi mensaje es de paz y de unión para mi país, ya no más muertos, ya no más dolor”.

-¿Cómo te protegiste?

-La solidaridad de los muchachos que estaban allí fue enorme. Me daban agua, me echaban líquidos antiácidos en la cara para que no me intoxicara con el humo de las bombas, me resguardaran con sus escudos, y uno me puso un casco para que me protegiera, estaba muy cerca de los militares. Me detuve un momento y siempre estuve acompañado.

-¿Sentiste miedo?

– No. Los venezolanos tenemos un miedo constante. A que nos roben y nos maten para quitarnos un par de zapatos, nos disparen en la calle. Hemos vivido con el miedo muchos años. Es nuestra obligación dejarlo a un lado y seguir apostando por un futuro mejor.

-¿Qué ha pasado después de esa exposición mediática?

– Muchas cosas. Perdí un trabajo a medio tiempo que tenía, en un hotel que pertenece al Gobierno aquí en Caracas. Tocaba el piano. Me presenté el mismo día de la acción y me dijeron que no podía seguir allí y salieron unos guardias. Un compañero me dijo que mejor no volviera al hotel. Eso me afecta pues me gano la vida como músico y productor. Yo no me quiero ir de mi país, este es el mejor del mundo aunque los espacios y las esperanzas de los jóvenes se estén cerrando. También he recibido muchas amenazas telefónicas.

-¿Qué dijo tu familia de tu acción?

– Ellos están muy preocupados por mi seguridad. Pero saben que soy muy auténtico y que lo que hice me salió del corazón y me motivó una convicción: quiero una mejor Venezuela, en donde vuelvan las oportunidades para todos. Mi mensaje es de paz, de solidaridad.

– ¿Volverías a tocar el violín en una manifestación?

– Si se requiere, por supuesto que sí. Haría lo que sea para que mi Venezuela recupere la esperanza. Sin embargo, ahora estoy en una posición bastante delicada. Tengo que cuidar mi integridad como músico. Yo me mantengo firme en mi mensaje que no es violento y aboga por la paz y por la recuperación de la tranquilidad de Venezuela. Porque mi país siempre fue muy ‘pana’ con los extranjeros y le abrió sus puertas y ahora el mundo nos está viendo como personas violentas. Nosotros no somos así; somos rumberos, alegres, fiesteros. Eso lo debemos rescatar.

Arteaga está consciente de que su imagen “ha llegado a mucha gente y ahora me siento con mucha responsabilidad y con un compromiso de devolverle la alegría a mi país”.

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Al presidente Nicolás Maduro le dice “que reflexione pues los venezolanos tenemos derecho a la protesta pacífica. No hay forma más poderosa que demostrarlo que con un instrumento musical en las manos”.

Al director de orquesta Gustavo Dudamel, entusiasta defensor de la Revolución Bolivariana y ahora crítico del Gobierno de Maduro, precisamente por la represión a propuestas pacíficas, Wuilly Arteaga expresó: “al Maestro le digo que es el momento de fusionemos por la paz de Venezuela, no el de la confrontación entre artistas. Es la hora de que todos nos unamos, junto con la pianista Gabriela Montero y otros músicos, por el rescate a los valores de Venezuela, para recuperar la sonrisa de nuestro país”.

Mientras pasa la vorágine, Arteaga trabaja en proyectos de producción independiente, en donde el énfasis es la fusión de ritmos populares venezolanos. Asegura que no se quiere ir del país, “deseo complementar la carrera musical con el trabajo social”.

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