Nueva York vivió en las últimas horas escenas de nerviosismo por una explosión que causó 29 heridos, poco antes de que la ciudad se enfrente al desafío de seguridad que representa la presencia de casi un centenar de gobernantes.
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El artefacto, de gran potencia, estalló en el barrio de Chelsea, en una zona de la ciudad muy frecuentada y a una hora en la que los vecinos de Nueva York salen a las calles para disfrutar de la noche del sábado.
Las autoridades no han dado detalles sobre el dispositivo utilizado, que estaba colocado dentro o al lado de un contenedor de basura, pero, según el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, se trata de un «acto deliberado» y un «incidente muy grave».
De los 29 heridos, según fuentes oficiales, hay uno grave, pero ninguno de ellos tiene lesiones que pongan en riesgo su vida.
Cuatro horas después de que estallara el artefacto, el alcalde de la ciudad acudió al lugar para recabar información y compartir con los periodistas detalles de los hechos.
De Blasio confirmó que, mientras se dirigía a los periodistas, la policía estaba investigando la posibilidad de un segundo artefacto explosivo que no hizo detonación, a unas cuatro manzanas del lugar donde estalló el primero.
El alcalde y las autoridades que lo acompañaban descartaron totalmente la posibilidad de una explosión de gas en Chelsea.
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«Creemos que se trata de un acto deliberado», insistió De Blasio.
El alcalde, sin embargo, indicó también que «no hay evidencias de una conexión terrorista».
«No hay una amenaza específica contra Nueva York por parte de alguna organización terrorista», recalcó.
Como todos los años por estas fechas, la ciudad cuenta con especiales medidas de seguridad porque desde este domingo comenzarán a llegar unos 90 gobernantes, así como vicepresidentes, ministros y otros altos funcionarios, para participar en actos de la ONU.
El lunes se celebra una cumbre de refugiados y, al día siguiente, se abre el debate de alto nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas, una serie de actividades que suelen sacar de quicio a los neoyorquinos por el corte de las calles próximas a la ONU, el tráfico colapsado en muchos lugares por los desplazamientos de los mandatarios y las especiales medidas de seguridad.
Preguntado De Blasio si la explosión de esta noche pueda ser una amenaza a estos actos de la ONU, el alcalde respondió sólo: «Es muy pronto para saberlo».
Ni De Blasio ni los responsables de la policía y de los bomberos dieron información sobre las investigaciones que se llevan a cabo acerca de la posibilidad de un segundo artefacto explosivo que no estalló, ni cómo lo detectaron los agentes.
En la zona había equipos de artificieros de la policía revisando el lugar.
«Se está investigando todavía», afirmó el jefe de la policía de la ciudad, James O’Neill, quien el sábado completaba el primer día completo en ese puesto, en sustitución de Bill Bratton.
Las autoridades de Nueva York no quisieron aventurar si estos hechos están vinculados con la explosión, el mismo sábado, de un artefacto en la localidad de Seaside Park, en el vecino estado de Nueva Jersey, que no causó víctimas ni daños materiales graves.
Esta bomba estaba dentro de un contenedor de basura y estalló poco antes de que pasara por allí una carrera popular, que al comenzar con retraso evitó el impacto y posibles víctimas.
Ante los periodistas, De Blasio pidió a los neoyorquinos que, teniendo en cuenta estos hechos y las fechas que vienen, colaboren con las autoridades para aportar información sobre la explosión o cualquier otro incidente que pueda surgir.
«Cualquiera que sea la intención (de los autores de esta explosión), los neoyorquinos no serán intimidados», afirmó De Blasio.