Revocatoria

“Esta revocatoria es como una campaña y las campañas se hacen con plata. No sé, de verdad, si estos movimientos tengan el músculo financiero para el tema comunicacional y de logística. El caso es que hay un plus: cada vez más la popularidad del alcalde cae y cae, la gente está jarta y cansada”: Andrés ‘Pote’ Ríos

Voté en blanco para la alcaldía de Medellín. Nunca vi un ramillete de candidatos tan flojo con tan poca ascendencia y carisma. Luego, de manera sorpresiva, ganó Daniel Quintero y creí que había ganado el menos peor. Hoy les confieso que estaba equivocado, Quintero también es peor. Como ciudadano le di el beneficio de la duda para ver su gestión, pero a los pocos días de su posesión ya estaba dando tumbos y desnudando al verdadero personaje que, un año después, sigue aumentando sus desaciertos y salidas en falso. Hoy existe, oficialmente ante la Registraduría, un movimiento que busca la revocatoria del alcalde de Medellín. ¿Sí es algo acertado? ¿Sí tiene futuro esa iniciativa? ¿No es un esfuerzo en vano?

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No soy uribista, no soy petrista, busco en la línea del centro un proyecto y liderazgo sensato y serio que lleve a este país por el camino de la unión, el progreso y la honestidad. Lo sé, pido una isla de la fantasía, pero es lo que busco. Igual, para esta ciudad que quiero y habito, deseo lo mejor. Lo anterior lo digo para que no me acusen de tener un sesgo político y que me apliquen una de las argumentaciones preferidas de las “bodegas quinteristas”: que como soy de derecha o izquierda, persigo al jovenzuelo y neófito alcalde. No, todo eso me tiene sin cuidado, acá evalúo como ciudadano a un sujeto que, desde su gestión, liderazgo y condición humana, lo único que me ha generado son dudas.

No me gusta el estilo de Daniel Quintero. No me cala su manera de comunicar, de hablar, de contagiar. Veo a una ovejita con una horda de lobos debajo de su piel. Veo a un tipo que se vende como Robin Hood del pueblo paisa, que lo va a salvar de la opresión oligarca cuando detrás de él hay una clase política peor. Veo a un salvador con muchas intenciones y cartas debajo de la mesa. Veo a un improvisador, a un personaje público que en sus redes se baja a niveles bajos para matonear y enviar mensajes dignos de un imberbe que ataca arropado en sábanas resentidas y poco inteligentes. Veo a un populista que no conoce la ciudad, su cultura, sus problemas y sus posibles soluciones. Un tipo sin raíz que vende cultivos hidropónicos forjados en todos los partidos políticos que existen, incluso uno de tomates. Veo a alguien al que no le importa el cómo para llegar al qué, por encima de lo que sea y vender su imagen de redentor de una ciudad que no iba por mal camino por más que tuviera grandes y graves problemas. En sí, no me gusta este alcalde y padezco cada momento en el que ha demostrado falta de liderazgo, tacto y sapiencia al son de la pandemia, las decisiones de EPM, Medellín Me Cuida, las protestas sociales, la delincuencia y ni hablar de la infraestructura básica de la ciudad en el ámbito de las calles y las basuras.    

Ahora bien, ¿la revocatoria es viable? Lo dudo y con ello no demerito a los cinco colectivos (sí, ¡cinco!) de ciudadanos que se han organizado para pedir que Quintero no sea más el alcalde de esta ciudad. Es loable y es un derecho adquirido. Pero no hay que tapar el sol con las manos: veo que son iniciativas que carecen de fuerza, mas no de motivos; les falta respaldo económico, acciones mediáticas, estrategia, poder de acogida y potencia.

Según afirma el periódico El Colombiano: “La Ley 134 de 1994 dice que para la revocatoria de los alcaldes debe recogerse una cantidad de firmas no inferior al 40 % de los votos con que fue elegido el mandatario. Es decir, para el caso de Quintero se necesitarían 90.000 firmas válidas, pues en octubre de 2019 consiguió 303.420 sufragios”.

La misión es dura y más en estos tiempos en los que la labor de contacto directo con la ciudadanía es difícil. Esta revocatoria es como una campaña y las campañas se hacen con plata. No sé, de verdad, si estos movimientos tengan el músculo financiero para el tema comunicacional y de logística. El caso es que hay un plus: cada vez más la popularidad del alcalde cae y cae, la gente está jarta y cansada. Su imagen es un desgaste, sobre todo cuando trina al son del resentimiento y es dubitativo en sus decisiones

Otro factor es que la revocatoria puede politizarse. El Centro Democrático ya se apartó de ese paseo y Petro también. Lo que puede darse es que con esta iniciativa se dé un termómetro de situación política para que nazca una nueva opción con miras a la siguiente elección. Sería un testeo, un laboratorio, aspecto que me parece válido.

Además, la revocatoria es un caldo de cultivo ideal para que Quintero maneje su discurso de víctima, de perseguido y, repito, de Robin Hood. Creo que eso lo fortalece. Por último, los antecedentes no son buenos. Solo una revocatoria ha llegado a buen puerto: fue la de Tasco, Boyacá, en 2018, las otras no prosperaron.

La revocatoria es un buen ejercicio democrático, pero ahora no la veo viable. Yo le apunto a fortalecer y apoyar iniciativas de veeduría ciudadana como Todos por Medellín. Allí con lupa se sigue cada paso y movimiento de esta administración.

Amanecerá y veremos; por ahora, la ciudad sigue bajo este mandato ególatra que se encarga con eficiencia de desnudar sus falencias y politiquerías. No merece Medellín esto, pero fue lo que dictó la democracia, ojalá esa misma democracia retome el camino por el bien de esta ciudad.

@poterios

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