Los habitantes de los municipios ubicados aguas abajo del proyecto hidroeléctrico Ituango, como en Caucasia, han visto cómo sus vidas se han transformado desde que iniciaron las obras. Algunos de ellos reconocen que no es del último año, que todo ha ido cambiando desde hace siete años.
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José Libardo Arias, es pescador desde que era un niño, comenzó en este oficio por herencia de su padre y de su abuelo. Hoy a sus 51 años, es lo único que sabe hacer. Por más de 40 años el río Cauca fue su proveedor principal y recuerda con nostalgia que en la época en la que mejor le iba podía sacar hasta 1000 peces en un solo día.
“Yo lograba pescar bocachico, bagre, nicuro, coroncoro, chango, arenque y chalanga. Para esta época del año podría estar cogiendo casi 1000 peces al día, porque se supone que estamos en subienda, pero ahora no cogemos ni diez peces”, dijo José Libardo.
El daño
Para los pescadores los cambios que ha tenido que enfrentar el río Cauca desde que inició la obra de la hidroeléctrica les ha afectado la vida en todo sentido. Las interrupciones en el cauce han generado un impacto en la migración de los peces, provocando una disminución acelerada.
“El daño comenzó en el 2012, cuando empezaron a interrumpir el cauce del río Cauca. Desde entonces la pesca se disminuyó en el río. Sin embargo, este año fue muy duro, porque no tuvimos la oportunidad de tener subienda y con la sequía que vivimos nos terminaron de matar”, dijo afectado José Libardo.
Para el pescador el daño que Empresas Públicas de Medellín, EPM; ha provocado con la suspensión del cauce del río Cauca, en la última contingencia y por tres días, es devastador. “Ellos creen que en tres días todo estará solucionado, pero eso no es así, mínimo se necesitarán 15 días para recuperar el cauce”, agregó.
“EPM nos desplazó de nuestra actividad pesquera. Ya no puedo ser pescador, porque el río ya no me da el sustento que necesito para llevarlo a mi casa. Ahora los pescadores estamos viviendo una situación muy difícil, porque no hay uno que sea bachiller o siquiera tenga la primaria, somos analfabetas y eso nos ha creado una gran dificultad, que hasta nuestras esposas nos han tenido que dejar porque no somos capaces de cumplir con la obligación que tenemos”, comentó visiblemente afectado.
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José Libardo ahora vive del rebusque y dice que empleo formal no le dan en ninguna parte por su edad y porque lo único que sabe hacer en su vida es pescar.
Efectos en la comunidad
Por su parte Elizabeth Álvarez, habitante de Caucasia, considera que lo que ha pasado con el proyecto es que han matado al río y acabaron con el ecosistema.
“Para nosotros lo que ha pasado con el río ha sido traumático. Era desastroso ver el río. Ni con los veranos más fuertes, nunca se había visto el río así, que uno lo cruzara de un lado a otro, eso nos dolió demasiado”, dijo Elizabeth.
La comunidad no se repone del impacto que les ha causado ser testigos del daño ambiental que el cierre de las compuertas de la Casa de Máquinas ha provocado en el segundo afluente hídrico más importante del país. “Nos afectó verlo debilitado después de conocerlo y saber cómo era de bravo, que a uno le daba miedo por tantos ahogados y por lo peligroso que era. A todos nos dolió verlo así”, agregó.
Muchos sienten que se han dicho muchas mentiras y quieren saber la verdad. “No es lo mismo estar en una oficina que estar en el territorio. Cómo nos van a decir que no se secó el río si ni siquiera las canoas podían subir a traer los pasajeros porque el río estaba demasiado seco. Entonces, EPM viene a decir que no nos hizo daño, claro que nos hizo daño a los pescadores, a los barequeros y a la comunidad en general”, dijo.
A pesar que para esta fecha ya subió el caudal, Elizabeth es enfática al decir que no se ha normalizado, “no va a estar normal ni va a ser todo igual, porque el daño al ecosistema ya está hecho. Miles de peces murieron y el impacto ha sido muy grave aguas abajo. Los que cultivan maíz y plátano dicen que la cosecha se está muriendo por la sequedad del río”.
Efectivamente, Luz Marina Quiceno, parcelera de la finca La Uribe en Caucasia, dice que los cultivos se han afectado y agregó que con el proyecto cada día que pasa está peor la situación, porque se han enfocado en enriquecer las arcas de la nación, pero que no han sido conscientes del daño que le han hecho al cauce del río.
“Son muchas las afectaciones y entre esas la despensa agrícola que depende de las aguas del río Cauca. En la despensa producimos arroz y hemos pasado por tener aguas turbias y ahora con la sequía el cultivo de maíz se ha afectado, porque el maíz necesita humedad”, dijo Luz Marina.
La afectada recalcó que todos están acostumbrados a las inclemencias del verano natural, “pero no a este verano ocasionado por la gran represa, que para mí es el monstruo más grande que tiene Colombia, creado por señores de corbata blanca”.
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Atención a los afectados
Miriam Trujillo Ciro, coordinadora de atención social de contingencia aguas abajo, realizó un recuento de la atención que se les prestó a los habitantes de los municipios que se encuentran aguas abajo del proyecto cuando se presentó la creciente súbita el 16 de marzo del 2018.
“En ese momento atendimos 17.000 personas entre los municipios de Valdivia, Tarazá y Cáceres. Posteriormente, en la medida en que se fueron alcanzando los hitos técnicos del proyecto, como el vertedero o la pantalla, se bajaron las alertas en ciertos sectores”, indicó.
El 14 de junio de 2018 la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, con la circular 042 bajó el nivel de riesgo y las familias que se encontraban por fuera de la mancha de inundación retornaron a sus hogares.
“Cuando se tuvo ese pico de afectados se manejaron diferentes tipos del albergues: temporales, albergues oficiales; autoalbergues, de familias o amigos, eso fue en Valdivia y los espontáneos, que son los que no quisieron bajar pero buscaron sitios seguros donde resguardarse”, explicó Trujillo.
EPM decidió, cuando empezaron los problemas de convivencia, entregar un apoyo económico para que las familias tuvieran a donde irse o conseguir vivienda. Se firmó un protocolo con la Unidad de Desastres y Gestión del Riesgo, para poder entregarle a cada familia en promedio $1.200.000 y $350.000 que es lo que entrega en casos de calamidad dicha entidad.
“Esa cantidad de dinero que EPM entrega es para el sustento de todo el mes y cubre arriendo, alimentación y servicios. Lo hicimos primero con los albergues temporales, para desocupar las instituciones y que los niños volvieran a estudiar, todas las familias salieron y ya no hay un albergue temporal en el territorio”, informó la funcionaria.
De 2638 familias que fueron evacuadas en Puerto Valdivia cerca de 1500 familias aún están evacuadas, se encuentran autoalbergadas y reciben en promedio $1.200.000 mensuales para subsistir. Hasta la fecha EPM habría pagado ayudas a 14.000 familias, para un total aproximado de $16.800 millones.
Actualmente la compañía está trabajando en darle el reconocimiento a los comerciantes, formales e informales, de acuerdo a lo que tengan derecho por la contingencia. Para este proceso se adelanta de recaudo de documentación y validaciones de campo, para tener los soportes y definir el reconocimiento.
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La cifra
7 años dice la comunidad es el tiempo que el río Cauca se ha afectado por el proyecto Hidroituango.
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La frase
«EPM nos desplazó de nuestra actividad pesquera. Ya no puedo ser pescador, porque el río ya no me da el sustento que necesito para llevarlo a mi casa», José Libardo Arias, pescador.
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