medellin

La mujer que está detrás de El silencio de los fusiles

Durante la quinta versión de Sense V Reconstrucción se presentó el documental de la periodista Natalia Orozco, una paisa que logró un acercamiento íntimo con los actores del conflicto.

Natalia Orozco es periodista, Master en Cooperación Humanitaria y Master en Ciencias Políticas, ambos títulos de especialización obtenidos en París, Francia. Es directora de documentales y reportajes periodísticos de investigación sobre temas internacionales y de derechos humanos entre ellos: Guantánamo ¿hasta cuándo? (2011) y Gitanos, ciudadanos sin patria (2013).

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Orozco ha sido ganadora del Premio Nacional de Periodismo CPB a mejor trabajo para Televisión en 2014 y en dos oportunidades fue ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (2010 y 2012). Ha trabajado como corresponsal internacional, para radio, prensa y TV, en Europa y en Washington D.C., ha cubierto para cadenas internacionales regiones del mundo en conflicto, además de numerosas cumbres multilaterales (UN, OTAN, G8), y ha entrevistado diferentes líderes y personajes del mundo.

La periodista habló con PUBLIMETRO sobre su más reciente documental, El Silencio de los Fusiles, un trabajo que inició en el 2012 y en el que logró hacer un seguimiento detallado a todos los actores del conflicto colombiano mientras trabajaban en ponerle fin al conflicto armado.

Después de tantos años de esfuerzo para lograr este documental, ¿cómo fue la experiencia en la construcción y realización de ‘El Silencio de los Fusiles’?

Pienso que este es el punto de llegada después de haber hecho una exploración de lo que yo califico como el absurdo de toda guerra y de una exploración profunda de la condición humana, en la que intenté entender sin juzgar y sin justificar; lo que para mí ha sido como profesional y como ser humano el reto más difícil, porque va en contravía de lo que nos han enseñado toda la vida, que es distinguir entre lo bueno y lo malo. Hoy siento que cuando uno se aproxima a un tema tan complejo como la guerra y la construcción de la paz, lo bueno y lo malo se vuelven términos casi que inexistentes, porque son realidades que están llenas de matices, de contradicciones, de complejidades y que solamente partiendo de esa posición de no juzgar es posible hacer un trabajo periodístico -yo creo-, que pueda contribuir a la Colombia que queremos, reconciliada, justa y en paz.

¿Cómo fue su acercamiento con las Farc y ellos cómo la veían a usted cuando estaba en el proceso de creación del documental?

La verdad es que cuando yo empecé a acercarme a las Farc, por muchas razones, yo no tenía la certeza de que el proyecto se iba a poder realizar. Las Farc como toda Colombia, como toda América latina, era una guerrilla muy machista, de mayoría campesina. La Colombia rural profunda también es machista. Yo para ellos representaba como la caricatura de una pequeña burguesa que había crecido en las ciudades, lejos de los dramas que viven las personas en los campos. De alguna manera lo intenté sin saber si era posible, pero con muchas granas y muchas fuerzas para persistir, porque tenía súper claro, por el contexto internacional, por lo que venía de vivir y por la forma como venían sucediendo las cosas, que estaba frente a una oportunidad histórica que la vida me iba a dar la posibilidad de vivir y transitar una sola vez. Lo que para mí como mujer, como ser humano y como periodista era una posibilidad que no me permitía dejar de intentarlo.

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¿Dentro del documental logró conocer alguna realidad distinta de la que ya se conocía de los actores del conflicto colombiano?

Yo estoy convencida que este documental no tiene ‘chiva’ ni grandes revelaciones, pero lo que sí nos permite es escucharnos y escuchar a quienes por mucho tiempo consideramos nuestros enemigos y nuestros adversarios. Es escuchar a los protagonistas de este momento histórico de una manera diferente a como nos lo han presentado, que lo normal ha sido a través de las noticias y el cubrimiento de esta guerra permitió informarnos algunas veces bien, algunas veces mal, pero lo cierto es que no daba suficiente espacio para la reflexión.

Entonces, ¿Cuál considera que es el principal aporte del documental?

El aporte del documental es que permite, con distancia de los dos lados de la mesa, -porque nunca fui cercana ni a las Farc y no conocí a nadie del gobierno, ni a los hijos del presidente -, de tener un registro sereno de un tema que necesita ese espacio, ese tiempo, esa reflexión, para poder ser digerido no solo de una forma informativa. El aporte es haberle dado voz a los dos lados que estaban sentados en esa mesa, para que nos explicaran desde su punto  de vista cuáles habían sido los costos de esa guerra en la que habían participado y para que nos dijeran también los costos que tenemos todos para intentar construir la paz.

En el documental hay un mensaje claro y es que la responsabilidad es de todos, ¿para usted cuál es la parte de la sociedad que ha sido indiferente frente al conflicto?

A todos los actores nos falta reconocer, digo actores, porque unos fueron actores armados y otros fueron actores sin armas. Las Farc han dado unas muestras de perdón que se han ido multiplicando que me parecen sensatas, porque después de tanto dolor que causaron siempre serán insuficientes. El gobierno también ha hecho algunos actos pobres e insuficientes por reconocer, los militares lo han hecho de una manera muy tímida, la iglesia también ha sido muy limitada aún. Por eso pienso que hace falta por hacer esa ‘mea culpa’, esa reflexión, esa mirada hacia el interior. La élite tiene que pensar en su responsabilidad y el costo que tuvo la indiferencia y también se está a la espera que los medios de comunicación hagan una reflexión profunda sobre la forma en que cubrieron esta guerra y hasta dónde aportaron ética o no éticamente a este conflicto, porque también se libró una guerra a través de las palabras.

Después conocer detalles de todo el proceso y de los dos principales actores del conflicto, ¿qué considera es lo que se le viene a la sociedad con la construcción de la paz?   

Se viene el reto más grande que vamos a tener que atravesar las personas que estamos viviendo este momento de la historia, se viene la pregunta que nos hace la vida misma de si somos capaces de transitar de una manera pacífica las heridas y los charcos de sangre que dejó tanta violencia  cometida por todos los actores. Creo que se vienen unos días muy difíciles porque Colombia por mucho tiempo creyó que el único problema que tenía eran las Farc, pero es el momento de darse cuenta que era solo  uno de muchísimos problemas y que lo que sucede ahora es que se va a levantar un tapete de una casa que no se ha barrido durante 50 años y vamos a entender que los problemas estructurales más complicados de solucionar aún están pendientes.

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